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domingo, septiembre 8, 2024

¿SAMÁN DE GÜERE?

“Ay no –le dice la nena de los cuentos a su mamá con la lectura del editorial– qué aburrido esto, pensé que era el cuento de los tres cerditos, no le entendí nadita”. “¿A quién van a sacar a soplidos? ¿Y de dónde lo van a sacar?… No entiendo nadita”.

Al presidente de Venezuela –le explica la mamá– que se quiere quedar contra la voluntad del pueblo”. Ummm –replica la nena– pero a soplidos no lo van a quitar; qué loco”. Alusivo a la ironía de Winston en la conversación de cierre: (¿Supiste –tercia el Sisimite– que varios de los países de la región como del otro lado del charco, aprovechando la toma de posesión en República Dominicana, firmaron una declaración conjunta? -Sí, un pronunciamiento –responde Winston– un poco más enfático, aunque con comunicados ¿crees que van a sacar al insustituible? -Igual, la OEA –agrega el Sisimite–, salió con una resolución por consenso, exigiendo que el CNE publique las actas. -Sí claro –asiente Winston– cuando San Juan bajó el dedo. ¿No te parecería mejor, para abonar a esas propuestas de los ilusos, que se pongan de acuerdo todos y soplan fuerte al mismo tiempo; quizás a soplidos lo boten?).

El mexicano quiere que las cosas queden así como están. Que la autocracia eternice, ganando tiempo en diálogos mentirosos, reprimiendo, encarcelando, asesinando venezolanos, hasta apachurrar las protestas, se canse el amable público, y la “preocupada comunidad internacional” aburrida, voltee a ver para otro lado.

El brasileño sugiere que vayan a otras elecciones. “¿Y sería a dos –respinga María Corina Machado– a tres, a cuatro, a cinco, hasta que le gusten los resultados a Maduro? La soberanía popular se respeta y las elecciones ya ocurrieron”.

La ocurrencia del colombiano –como en la mente del trío de negociadores, no se trata de que salga, sino de tirar a la garduña propuestas ilusas a lo tonto, haciendo la apangada que buscan una salida a la crisis– un arreglo de distribución del poder parecido al Pacto del Frente Nacional ensayado por conservadores y liberales, para alternar cada cuatro años repartiéndose el gobierno (mitad y mitad), independientemente de los resultados electorales.

(El pacto –que produjo la alienación de sectores importantes, terminó siendo visto como antidemocrático– fue causante de muchos de los problemas políticos y sociales que afectaron la vida de los colombianos en las décadas siguientes).

Quizás no desconoce que los venezolanos ensayaron algo parecido. El Pacto de Punto Fijo, 1958, se firmó “en un contexto de transición política en Venezuela, cuando el país estaba saliendo de una dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez, derrocado el 23 de enero de ese año tras una rebelión cívico-militar”.  “Venezuela entró en un período de incertidumbre política, con el riesgo de que la violencia y el autoritarismo pudieran resurgir”.

Así que los líderes de los principales partidos políticos decidieron arreglarse: Acordaron “respeto a los resultados electorales; que el gobierno estaría compuesto por una coalición de los partidos firmantes, lo que aseguraría la inclusión y participación de diversas fuerzas políticas en la toma de decisiones; un reparto equitativo de los cargos gubernamentales y ministeriales entre los signatarios para garantizar la cooperación política”.

“Los partidos se comprometieron a defender la democracia, rechazar la violencia política y apoyar un marco legal que promoviera la justicia social y el desarrollo económico”. Si bien cosecharon algunos años de logros sustanciales, el pacto fue desgastándose, entre otras razones, culpa de la corrupción y el clientelismo, la crisis económica con la caída de los precios del crudo que exacerbaron las desigualdades, distanciamiento de las bases sociales, la exclusión de otras fuerzas políticas y sociales de la vida nacional”.

Y finalmente el Caracazo en 1989, evidenció “el nivel de descontento acumulado y la desconexión entre el régimen y las clases populares”. La crisis es aprovechada por el emblemático líder de la revolución bolivariana. Le sirve, en bandeja de plata, la oportunidad de oro a su proyecto político. Pasan los años y con el fallecimiento de Chávez, el trono lo ocupa la actual tiranía que ha arruinado el país, a costa de las lágrimas y el dolor de un pueblo vejado que no aguanta más.

(¿Y vos crees –tercia el Sisimite– que, si los tres negociadores soplan fuerte, al mismo tiempo, mientras la “preocupada comunidad internacional” saca otro pronunciamiento, informando al mundo que el trío está soplando a todo pulmón, que tumben la autocracia? -Hoy vos sos –interviene Winston– el sarcástico. ¿Y te sabés el cuento del juramento de Chávez, inspirado en el pensamiento de Bolívar, que junto a otros compañeros de armas hicieron frente al Samán de Güere? -Claro –responde el Sisimite– y ahora Maduro piensa que él es el Samán de Güere.

-Pues –interrumpe Winston– a propósito de soplar, hay una leyenda que relata lo que le sucedió a un robusto samán de grueso tronco que se burlaba de la debilidad de un junco. Cierto día sopló un viento fuerte y lo arrancó de raíz. Mientras el pequeño junco, flexible y humilde, se dobló y se volvió a levantar cuando pasó la tormenta. Moraleja. Los juncos venezolanos que depositaron sus votos para derrotar la autocracia van a resistir los vientos violentos del ultraje y de la represión.

Editorial¿SAMÁN DE GÜERE?

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