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Honduras
jueves, mayo 16, 2024

Revalorando nuestra república

Construir una república es un proceso que puede extenderse a lo largo de décadas e incluso siglos. Recientemente, en Honduras, así como en el resto de Centroamérica, celebramos nuestras fiestas de independencia patria. A pesar de haber conmemorado estos eventos durante más de dos siglos, parece que su significado ha perdido la relevancia y no se está haciendo justicia a la importancia de contar con una república libre, soberana e independiente.

En una república, la ley y la Constitución son las bases que limitan el poder del Gobierno y protegen los derechos individuales de los ciudadanos. El sistema republicano busca evitar la concentración excesiva de poder en manos de unos pocos y proteger los derechos de cada ciudadano y garantizar libertades civiles. Por eso, es preocupante, cuando hay gobernantes que se rodean solamente de sus familiares y partidarios para regir una nación, lejos de buscar el bien común, quieren perpetrarse en el poder para sus propios intereses.

La concepción de república tal como la entendemos hoy se remonta a la antigua Roma. La monarquía romana fue abolida en el año 509 a.C., dando lugar a la República Romana. Durante cinco siglos (509 a.C. a 27 a.C.), Roma experimentó un sistema de gobierno republicano. En este período, un régimen aristocrático liderado por familias patricias reemplazó al rey. El sistema se basó en la “Res Publica”, donde el poder emanaba del pueblo y se oponía a la “Res Privata” y al “Regnum” monárquico. Los ciudadanos romanos elegían a sus líderes y tenían la capacidad de influir en la toma de decisiones políticas. Es importante señalar que esta participación ciudadana estaba restringida a una minoría, ya que excluía a mujeres, esclavos y no ciudadanos.

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La evolución de las repúblicas continuó a lo largo de la historia, influyendo en la formación de estructuras políticas en Europa y más allá. La Revolución Estadounidense y la Revolución Francesa, en los siglos XVIII y XIX, respectivamente, fueron eventos clave que promovieron la idea de la democracia republicana y la igualdad de derechos ciudadanos.

En la actualidad, hay varios pueblos que no tienen un territorio o república independiente, aunque tienen varios siglos de existir. Un caso que siempre me llama la atención es el del pueblo gitano. Ellos tienen una historia rica y diversa que se originó en el noroeste de la India, pero se han dispersado por todo el mundo a lo largo de los siglos. Comparten una identidad cultural única, con su propia lengua, conocida como romaní o rromaní. La cultura gitana se caracteriza por la música, la danza, la artesanía y las tradiciones nómadas.

Otro menos conocido son los kurdos, un grupo étnico antiguo que reside principalmente en la región de Kurdistán, que abarca partes de Turquía, Irán, Irak y Siria. A pesar de ser una población considerable, alrededor de 35 millones, los kurdos siguen luchando por tener un Estado independiente.

Otro pueblo más conocido gracias a películas de Hollywood son los tibetanos, en una región histórica y culturalmente única, han buscado la independencia de China durante décadas. Sin embargo, China considera el Tíbet como parte de su territorio y ejerce un control firme sobre la región, lo que ha llevado a tensiones y desafíos en la búsqueda de la independencia tibetana. Una lucha muy conocida en nuestro país es la de los palestinos que han aspirado a la creación de un Estado independiente en la región de Israel. Aunque han realizado esfuerzos para lograrlo, el conflicto parece no tener fin.

Podemos decir que los hondureños somos privilegiados, al contar una república que alberga a más de 10 millones de personas. Desde su independencia hace 202 años ha recibido a miles de inmigrantes de diferentes nacionalidades, algunos de ellos han logrado hacer fortuna y controlan gran parte del comercio, las finanzas y la industria nacional.

Es hora de darle a nuestro país, el reconocimiento que se merece, de bendecir nuestra tierra, así como lo hizo el gran poeta Froylán Turcios: “¡Bendiga Dios la pródiga tierra en que nací! Fecunden el sol y las lluvias sus campos labrantíos; florezcan sus industrias y todas sus riquezas esplendan magnificas bajo su cielo de zafiro. Mi corazón y mi pensamiento, en una sola voluntad, exaltarán su nombre, en un constante esfuerzo por su cultura… ¡Bendiga Dios la pródiga tierra en que nací! Libre y civilizada, agrande su poder en los tiempos y brille su nombre en las amplias conquistas de la justicia y del Derecho”. (Fragmento).

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