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sábado, mayo 10, 2025

¿Por asociación?

Si bien la era digital debió poner a nuestra disposición un caudal inimaginable de útiles avances tecnológicos, mucho del beneficio de contar con semejante privilegio, ha sido deformado por ese club de la frivolidad, de valores etéreos y de apetencias superficiales.

Las redes sociales le han dado vuelta de carnero a la forma de interactuar, obtener y compartir información. Nunca como ahora, al alcance de una pantalla inteligente, con la sola pulsación de un botón, se había contado con tan ricos tesoros.

Fuentes inexistentes apenas pocos años atrás, y por lo tanto inaccesibles a otras generaciones, para el cultivo personal, la cultura, la educación, la actualización y la comunicación. Solo que, desgraciadamente –como el ser humano tiene esa gracia o desgracia de transformar todo lo bueno en malo– también son el instrumento para dar rienda suelta a la nociva manía de atacar a los demás, por lo general, sin saber si en realidad la víctima sea el autor del mal que se le achaca, o de siquiera conocer al individuo.

Entre las tendencias más perniciosas, se incluye esa aborrecible práctica de juzgar a una persona por las acciones de sus familiares o parientes cercanos. Una forma de «culpa por asociación» que a menudo se utiliza para “atacar el carácter de alguien sin fundamento directo en sus propias acciones”.

El anterior comportamiento contradice valores primarios de identidad personal como de responsabilidad individual que pensadores consagrados han defendido a lo largo de la historia. Ejemplos: Jean-Paul Sartre, quizás, el más célebre exponente del existencialismo, defendía la idea de que “cada individuo es responsable de sus propias elecciones y acciones”.

“El hombre está condenado a ser libre; condenado, porque no se ha creado a sí mismo y, sin embargo, libre, porque, una vez arrojado al mundo, es responsable de todo lo que hace”. (Sartre, “El Ser y la Nada”). “Cada persona debe ser juzgada únicamente por sus propios actos y no por los de otros, incluidos los miembros de su familia”. Pontifica sobre la noción que “no podemos controlar las circunstancias de nuestro nacimiento o los vínculos familiares, sí tenemos control total sobre nuestras elecciones personales”.

El filósofo y ensayista del trascendentalismo estadounidense Ralph Waldo Emerson sobre la “Autonomía del Pensamiento”. En su ensayo “Self-Reliance”: «No busques fuera de ti mismo» sostiene que el individuo debe “ser fiel a sí mismo y no debe ser definido por los lazos familiares o las acciones de sus parientes”. La filósofa, historiadora y socióloga germano-americana, Hannah Arendt (“La Banalidad del Mal y la Responsabilidad Personal”). Sobre la política y la moralidad, defendió “la idea de responsabilidad individual”. Su obra estelar «Eichmann en Jerusalén: Un estudio sobre la banalidad del mal», argumenta que “las personas deben ser juzgadas por sus propios actos, no por su pertenencia a un grupo o familia”: «La mayor maldad del mundo se realiza por gente sin convicciones ni maldad, por hombres que se niegan a ser personas».

“Cada individuo es responsable de sus propias decisiones y acciones, y esta responsabilidad no puede ser transferida a otros, incluidos los miembros de la familia”.

El poeta y novelista libanés-americano, Kahlil Gibran: (La Individualidad Más Allá de la Familia). “Cada individuo es único y tiene su propio destino, independiente de los lazos familiares”. En su obra, “El Profeta”, refuta la idea de que “se deba juzgar a una persona por las acciones de sus familiares, ya que cada ser humano es un ente autónomo con sus propios sueños y decisiones”.

El neurólogo, psiquiatra y filósofo austríaco, fundador de la Logoterapia y del Análisis Existencial, que utilizó su buen humor como anestesia para tolerar los terribles horrores en los campos de concentración, Viktor Frankl: (“El Hombre en Busca de Sentido”). Nos enseña que cada persona “tiene la capacidad de encontrar su propio propósito y significado en la vida, independientemente de las circunstancias externas, incluidas las relaciones familiares”. “Todo se le puede arrebatar a un hombre, excepto una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias, para decidir su propio camino”. Una reiteración que cada individuo es único y no debe ser juzgado por las acciones de otro”.

(Esa odiosa manera –tercia el Sisimite– (utilizando las redes, donde nadie es responsable de nada, menos de toda esa perversidad que se transmite), de difundir culpas por asociación, más que irracional es una detestable forma de difamación que han encontrado para dañar reputaciones.

-Y no solo eso –exclama Winston– ¿no crees que, en lugar de caer tan bajo, debería hacerse un esfuerzo por juzgar a cada persona por sus propios méritos, virtudes y acciones – sus defectos y fallas que sin duda los tiene– reconociendo “la complejidad de la naturaleza humana y la importancia de la responsabilidad personal”?).

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