Después de meses sufriendo dolores de estómago, Kev Coles acudió al médico bajo la sospecha de que tenía estreñimiento o cálculos biliares. Sin embargo, el diagnóstico reveló una devastadora realidad: cáncer de intestino.
El hombre, de 46 años, visitó el hospital por primera vez en julio de 2024. A pesar de que los profesionales de la salud no encontraron nada anormal, las molestias de Coles persistieron y se agravaron con el tiempo.
A lo largo de los meses, tuvo que acudir al médico en repetidas ocasiones. En una conversación con ‘The Sun‘, su esposa, Kayleigh, reveló que en varias ocasiones le recetaron laxantes para aliviar sus síntomas.
Los síntomas de Coles empeoraron significativamente en agosto, cuando un día comenzó a sudar en exceso, su piel adquirió un tono amarillento y experimentó vómitos. Tras semanas de insistencia, finalmente se le realizaron pruebas adicionales, que confirmaron el diagnóstico de cáncer de intestino.
Los médicos descubrieron un tumor de nueve centímetros en su intestino y determinaron que el cáncer se había extendido al hígado, lo que explicaba el color amarillento de su piel.
«No presentó ninguno de los otros síntomas. El cáncer de intestino en sí era asintomático; solo lo notamos cuando se extendió al hígado. Nunca tuvo sangre en las heces como en los anuncios de televisión», comentó su esposa, Kayleigh.
Tras el diagnóstico, Kev comenzó la quimioterapia en octubre. Sin embargo, sufrió insuficiencia hepática y los médicos le informaron que solo le quedan «unas semanas o unos meses de vida». Actualmente, recibe cuidados paliativos en su hogar.
«Hace apenas cinco meses estábamos de vacaciones chapoteando en el mar, y ahora no puede mantenerse en pie sin ayuda. La vida ha sido durísima. Solo me aseguro de estar con él tantos segundos como pueda», expresó Kayleigh con profunda tristeza.
Después de la devastadora noticia, su esposa busca crear conciencia sobre este tipo de cáncer y cómo los síntomas no siempre se manifiestan de la manera esperada. También enfatizó que un diagnóstico temprano podría haber cambiado el curso de la enfermedad.
«Es tan perturbador que lo enviaron a casa innumerables veces con laxantes. Lo debieron haber tomado más en serio cuando fue por primera vez con dolor de estómago. Fue un error tonto y mortal. Ahora es incurable. No hay nada que se pueda hacer para salvarlo. Estoy teniendo que perder a mi mejor amigo porque la gente no lo escuchó», concluyó Kayleigh.