Confieso que no estoy seguro, dudo que estos hondureños estén cuerdos a partir de la gran empresa con la cual se han comprometido. Algunos, cuatro o seis, son los que he conocido. Pero grandemente me han impresionado por sus confesas intencionalidades, desprendidas de los intereses personales que imperfeccionan a la persona humana.
No buscan nada para sí, no buscan el poder del Estado para ellos, no pretenden usufructuarlo, ellos no aspiran a ser candidatos, solo aspiran a catapultar a hombres que consideren decentes, honestos y capaces en el arte de gobernar a Honduras. Por ahora piensan en el economista y profuso académico Dr. Nelson Ávila, para la Presidencia del país.
Estos hondureños, cuando cuentan su historia, manifiestan que hace 30 o 40 años, ante la falta de oportunidades, en busca de mejores condiciones de vida, abandonaron Honduras y sus familias, no llevaban una maleta en las manos, ni tampoco se transportaban en avión, con alguna visa autorizada por la Embajada norteamericana en Honduras.
Eran caminantes con destino hacia el norte, con una bolsa invisible cargada de tantos sueños, que apenas les cabía en la mente. Iniciaron ilegalmente a trabajar tesoneramente como simples obreros, en el país de oportunidades para todos y, ejercitando su iniciativa privada -propia del capitalismo-, su inteligencia y sus capacidades, lograron concretar el sueño americano.
Muchos lustros han pasado, y teniendo resueltos sus problemas de la vida -en forma sobrada- han vuelto la mirada hacia la patria que los vio nacer. Y en su diagnóstico de la realidad hondureña, han llegado a la conclusión de que, a pesar del tanto tiempo transcurrido, después de su partida, las cosas siguen igual, les nace así la necesidad de aportar su esfuerzo para lograr la transformación nacional, empresa, ya de por sí -para mí- súper difícil pero no imposible, según su noble pensar.
Francisco Alguera Hernández, el iniciador de este movimiento social, logró desarrollarse como empresario de la construcción, emprender con una modesta cadena de panadería y bregar en el negocio de bienes y raíces, con buen suceso -como decía mi venerado maestro, don Eliseo Pérez Cadalso-, lo que le ha valido el reconocimiento como exitoso emprendedor, hasta el punto de ser nombrado dos veces como empresario del año por la ciudad de Georgetown, Estado de Kentucky, junto a otros triunfadores hondureños como Wilfredo Valle (Maryland), originario del Ocotillo, jurisdicción de Choloma, Olvin Silva (Nueva York), Alan García (Texas), Leonel Romero (Connecticut), Yaky Ulloa Cálix (Connecticut), entre otros, con sabor a patriotismo han tomado la decisión de jugar un papel determinante en la realidad política, social y económica de Honduras.
Están en el esfuerzo primario de aglutinar a los hondureños (con sentido de patria) que viven en Estados Unidos de Norteamérica y otras partes del mundo, de crear el Partido del Migrante Hondureño (PMA), con la concepción -digo yo- de enrumbar al país, en el transitar de la selva a la civilización, a partir de la experiencia adquirida en los países de los cuales conocen los pilares fundamentales para su funcionamiento, como países del primer mundo.
Secundariamente, pretenden hacer comprender a los que vivimos aquí de la necesidad de cambiar las aberrantes conductas de los que ellos llaman clase política, y yo llamo ‘lumpen políticos’, no importa si son de la derecha o de la supuesta izquierda, pues, desde los estamentos de poder no producen nada, no producen bienestar social, y contradictoriamente, no son más que parásitos que le chupan la sangre al pueblo, al Estado.
Son del pensar estos caballeros que la autoetiquetación de izquierda y derecha no hace más que cimentar la división social y política, en un país que requiere unidad en el esfuerzo de objetivos nacionales. Son partidarios de los consensos sociales, políticos y económicos, para elevar cualitativamente del subdesarrollo al desarrollo, a un país llamado Honduras. Menuda tarea la que se han trazado, en un país, falto de conciencia ciudadana -según mi pensar-.
Pero tengo la esperanza de estar equivocado. Tengo la fe de que, aunque no lo mire, el proyecto pueda convertirse en realidad para las venideras generaciones. Ojalá esta iniciativa despierte el sentimiento nacional -muy escaso, por cierto- en la diáspora hondureña, que realmente exista el Departamento 19 impregnado de un realismo patriótico.
San Pedro Sula, Cortés, 28 de marzo del año 2024.
Lic. Esequías Doblado Hernández
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