“¡VALAGUI insistió! –mensaje del amigo exmagistrado– incorporémoslo, el CAH va a ganar un jurista de peso; … y así fue, aquí está la prueba”. “Yo tuve dudas, pero me convenció; estos editoriales lo confirman, estoy disfrutando, más cuando pienso en unos pendejos que andan perdidos”.
La respetada abogada: Gracias por abordar con tanta profundidad «las lagunas”. “Sin duda estoy aprendiendo con la serie de cátedras de estos días” “Sisimite también lo pidió yo lo secundé… Ja, ja, ja… aprecio mucho el detalle”.
La leída jurista exmagistrada: “Ante un aparente enfrentamiento de normas, cabe también hacer un ejercicio de ponderación”. “Robert Alexy estableció 3 aspectos relevantes para efectuar esa ponderación: 1) un sistema de condiciones de prioridad. 2) un sistema de estructuras de ponderación y 3) un sistema de prioridades prima facie”. “Con lo cual, lo que usted afirma, perfectamente podría basarse en esos elementos de ponderación objetiva”.
El versado abogado magistrado: “Ser juez es cosa seria; hay tantos buenos jueces serios y responsables; pero hay jueces que no toman las cosas en serio”.
La docta abogada: “Sus últimos editoriales, me han gustado mucho y muy de acuerdo con ellos; dan tristeza algunas de las opiniones y la marcada ignorancia, a veces, hasta de mis colegas”. “Usted es un abogado honorario y honorable, hace honor a su padre”.
Otro mensaje: “Todo el foro de togados debe leer su editorial de hoy, es una clase sólida de Derecho Constitucional y correcta aplicación de la ley y el respeto irrestricto a los principios éticos y morales”. “Siempre hemos dicho que cuando se nos concede el privilegio de ser jueces es una tarea cuasi divina y por ende debe pesar en nuestras conciencias la aplicación correcta de la ley ya que podemos privar de la libertad a un ser humano y, en caso extremo, cuando hay pena de muerte, la vida; esto en materia penal y en otras materias, no digamos”. “De manera resumida no aplicar la ley correctamente es violentar el Estado de Derecho y cuando esto falta no hay seguridad jurídica; un país se hunde sin remedio”. “Cuando cada quien lo hace a su antojo, da mucha tristeza, no sé qué nos ha pasado; se ha perdido la institucionalidad y cada día se desdibuja más y más”. “Gracias de veras por sus artículos tan ilustrativos y académicos con el efecto de desnudar tanta incapacidad que ya resulta intolerable”.
Una jueza amiga: “Su pluma y letras de oro son respetadas y admiradas porque escribe con justicia y verdad”. “El editorial ofrece aspectos importantes, sin obviar todo el contexto histórico muy bien resumido de la revolución, valores y principios, ética… entre otros”. “Es una gran decepción darse cuenta que es así como usted bien lo señala”. “Lamentablemente creo que la frase «boca de ley» es una mera ilusión en algunos jueces pues es evidente la falta de valores, principios, la inexistente cultura de ética e integridad y volvemos a la falta de educación, lo que prevalece es lo que usted sugiere aquí en su editorial”: Sí, es cierto y legítimo “preocuparse por el riesgo de interpretación judicial subjetiva o politizada; el riesgo es real, especialmente en sistemas donde la cultura jurídica, los controles institucionales o la ética judicial son débiles”. El ilustrado y sólido jurista amigo: “Todos sus editoriales constituyen una enriquecedora realidad literaria y lección de vida de país, en temas diversos, sociales, pluridisciplinares, políticos, económicos, electorales. ¡Todos! Sin embargo, el de hoy, sobre la ley, la justicia y los jueces es, en mi humilde opinión, de los más destacados y de un aprendizaje ejemplar para el sistema de justicia hondureño”. “Pinta una realidad nuestra sin decirlo en el detalle. Evoca los grandes escritores”. “Acá, (como también hay buen número de jueces y juezas muy buenos), hay varios que no son jueces: son hombres y mujeres con toga, que no les interesa la ley ni la justicia, sino un salario, un estómago, no ser despedidos, acomodarse al poder, ‘ir pasando el agua’, dictar una sentencia, avanzar y ‘salir de la mora sin mucho importar si es justo’”. “Hay bastante por hacer, comenzando por someter el Poder Judicial a una verdadera, objetiva y rigurosa evaluación del desempeño y certificación de cada funcionario”.
El amigo jurista y filósofo del Derecho: “Es cada vez más evidente su conocimiento jurídico, ya de larga data, desde los tiempos cuando se combatía desde las trincheras del pensamiento, y se discutía con la mejor arma en las manos –los libros, como la polémica– con el insigne maestro GF”. “Al final del día, suscribo lo planteado en el editorial de este día y me adhiero a tal convicción para superar, de una vez por todas, las ideas decimonónicas del derecho y del comportamiento de jueces y magistrados”.
(Una frase –tercia el Sisimite– atribuida a un conocido juez francés: “No necesito que me convenzan las partes ni los abogados. Yo tengo un olfato jurídico infalible… aunque la ley a veces huela a otra cosa”. -Y esta otra –interviene Winston– atribuida a otro juez: “No se preocupe, abogado. Su cliente tiene razón. El problema es que me cae gordo y el otro me cae bien”).