El Gobierno de China anunció este viernes una serie de medidas económicas y comerciales en respuesta directa a los nuevos aranceles impuestos por Estados Unidos, intensificando la ya tensa guerra comercial entre ambas potencias.
A partir del 10 de abril, todos los bienes procedentes de EE. UU. estarán sujetos a un arancel del 34 %, en represalia por un gravamen idéntico anunciado un día antes por Washington.
El Ministerio de Comercio chino calificó las medidas estadounidenses como una “intimidación unilateral” y aseguró que violan las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), socavando la estabilidad del comercio global.
Restricción a exportaciones estratégicas
Como parte del paquete de medidas, Pekín también anunció restricciones a la exportación de tierras raras clave para industrias tecnológicas y de defensa.
Entre los materiales afectados se encuentran el samario, gadolinio, terbio, disprosio, lutecio, escandio e itrio, elementos esenciales para la producción de componentes electrónicos, dispositivos aeroespaciales y otros sectores de alta tecnología.
Según el Ministerio, esta medida busca proteger la seguridad e intereses nacionales y cumplir con compromisos internacionales como la no proliferación.
Sanciones a empresas estadounidenses
Además, China incorporará a 16 empresas estadounidenses a su lista de control de exportaciones, entre las que figuran High Point Aerotechnologies, Sierra Nevada Corporation y Universal Logistics Holdings.
Estas compañías, muchas con operaciones en sectores estratégicos como defensa, logística, consultoría y aeroespacial, han sido señaladas por “poner en peligro la seguridad nacional”.
De manera paralela, 11 empresas más han sido añadidas a la lista de entidades no confiables, acusadas de colaborar militarmente con Taiwán y de “dañar gravemente la soberanía y los intereses de desarrollo de China”.
Entre estas figuran Skydio, BRINC y SYNEXXUS, que enfrentarán prohibiciones para invertir o comerciar con empresas chinas.
Contexto de creciente tensión
Las represalias de Pekín ocurren justo después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, anunciara una nueva ronda de aranceles del 34 % sobre productos chinos, que se suman a los ya vigentes del 20 %, elevando el total impositivo a al menos el 54 % sobre importaciones chinas.
Trump también ha extendido los gravámenes a países del sudeste asiático donde muchas fábricas chinas se habían reubicado, incluyendo Vietnam (46 %), Camboya (49 %) y Laos (48 %), en un intento de bloquear rutas alternativas de exportación desde China.
El papel de Taiwán
Uno de los ejes más sensibles de este conflicto es Taiwán, gobernado de forma autónoma desde 1949, pero considerado por Pekín como una “parte inalienable” de su territorio.
La creciente colaboración militar entre Washington y Taipéi ha exacerbado la tensión entre ambos países, llevando a China a tomar medidas más agresivas contra empresas que participan en dicha cooperación.
Pekín reafirmó que las entidades extranjeras que actúan conforme a la ley “no tienen nada de qué preocuparse”, mientras promete seguir defendiendo sus intereses en el ámbito internacional.
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