17.7 C
Honduras
viernes, abril 26, 2024

¡NO PRISIONEROS!

A lo largo de la historia, todos aquellos que han perdonado a sus enemigos, lamentablemente, han terminado siendo víctimas de ellos.

Los ejemplos son muchos; Hitler intentó dar un golpe de Estado, fracasó y fue a prisión. La condena por atentar contra la institucionalidad fue algo simbólico y, desde la cárcel, prácticamente se le permitió seguir su carrera política.

Simpatizantes, admiradores y colaboradores llevaban y traían mensajes y cumplían misiones políticas.

Cuando fue liberado de la prisión de Landsberg siguió su carrera y en poco tiempo logró el poder, llevando a Alemania y al mundo a una terrible guerra que tuvo un costo de 50 millones de vidas humanas.

Si la pena hubiera sido la real (12 años por sedición), la historia del mundo habría sido diferente.

En Cuba, hace muchos años, había un dictador llamado Fulgencio Batista. Fidel Castro, en ese entonces, era un joven de la clase alta con sueños revolucionarios. En un intento por obtener armas, él y su grupo atacaron un fortín llamado Cuartel Moncada. Fueron capturados y Fidel enfrentó juicio. Igual que a Hitler en la cárcel, hasta se le permitió escribir su famoso tratado “La Historia me absolverá”. Después de ser liberado, fue al exilio, regresó un poco de tiempo después, se alzó en armas en las montañas de la Sierra Maestra y logró alcanzar el poder, en el cual permaneció hasta su muerte.

La historia del pobre pueblo cubano hubiera sido muy diferente de haberse aplicado a Castro la pena real por su delito, también unos 12 años.

El dictador nicaragüense Anastasio Somoza (hijo de otro dictador del mismo nombre) tuvo en prisión a toda la plana mayor del Movimiento Sandinista, incluyendo a Daniel Ortega y muchos otros jóvenes idealistas.

Un audaz movimiento del entonces llamado Comandante Cero, logró la liberación de todos los presos, quienes inmediatamente se fueron a Cuba. Ahí los recibió Fidel, los alimentó, los entrenó, les dio armas y contactos.

Al poco tiempo, regresaron y, para hacer una sangrienta y más o menos larga historia corta, tomaron el poder.

Somoza huyó a Paraguay, desde donde posiblemente preparaba un regreso, considerando que tenía cierto caudal político y mucho dinero.

Los sandinistas, ya en el poder, fraguaron un atentado y acabaron con su vida; como dice el refrán “muerto el perico se acabaron los gritos”.

El antiguo Imperio Romano enfrentó muchos enemigos, la mayoría de los cuales derrotó de una manera u otra.

El más grande reto que tuvo fue de otro imperio: Cartago.

Crueles y largas guerras y batallas le dieron finalmente la victoria a Roma.

¿Qué hizo el emperador romano?

Destruyó Cartago, no quedó piedra sobre piedra, terminó con la amenaza para siempre.

Es doloroso pero la historia, como dije, siempre ha demostrado que “no prisioneros” es lo que funciona.

Después de esos vertiginosos recuerdos, vamos al tema:
Hace unos sesenta años, China era un país miserable donde las históricas  hambrunas mataban casi tanta gente como los emperadores de las diferentes dinastías que la gobernaron en el pasado y, luego, el gobierno comunista revolucionario presidido por Mao Zedong.

El presidente de los Estados Unidos en ese entonces -Richard Nixon-, siguiendo la llamada diplomacia del Ping Pong, logró establecer un contacto que, finalmente, permitió la apertura industrial y comercial de China.

Cincuenta años después, China se ha convertido en el más formidable rival que han tenido los EUA, tanto militar como económicamente.
Siguiendo aquello de “no prisioneros”, en una versión sin sangre, yo creo que todo lo que hizo Nixon y su asesor Henry Kissinger, fue un error de visión; despertaron al gigante dormido.

Los occidentales estamos acostumbrados a una visión de muy corto plazo, para nosotros cincuenta años es toda la historia de la humanidad.

Para los orientales la cosa es muy diferente; construir la Muralla China tomó 200 años, ocho o más generaciones.
Por estos rumbos los gobiernos duran 4 años, esa es nuestra visión de futuro.

¿Qué quiero decir?

Que los Estados Unidos crearon a su propio rival, su más grande enemigo, inclusive le dieron acceso a toda una generación de jóvenes en sus universidades y centros educativos, prepararon a su rival hasta con tecnología.

¿Qué debieron haber hecho?

Dejar a China en su miseria y problemas; todo estaba bien para los EUA, que no necesitaban para nada un cambio, especialmente que en el ínterin desapareció su antagonista: la Unión Soviética.

No hay que darle alas al animal ponzoñoso, esa es una lección muy parecida a “no prisioneros”.

Nota: Dejo de lado aquello de justicia, democracia y honor, términos que no deben ser tomados en cuenta cuando se trata de la supremacía mundial, según pudo haber dicho Nicolás Maquiavelo.

[email protected]

 

- Publicidad -spot_img

Más en Opinión: