Lo fascinante del liderazgo es que siempre hay algo que aprender. Y esto nos permite siempre crecer. He podido comprobar, a lo largo de algunos años, lecciones importantes sobre ello, como el hecho que todos nacemos con el potencial de ser líderes.
¡Desde luego que sí! Pero no todos quieren serlo y no todos están dispuestos a pagar el precio de serlo. Aunque usted no lo crea, hay personas con enorme potencial de liderazgo, pero que deciden simplemente ser seguidores.
Y no está del todo mal, siempre se necesitan buenos segundos, terceros. Pero los deseos con que uno se queda de ver ese potencial dando lo mejor de sí.
De esto, que he aprendido el principio de John Maxwell, que enseña en su libro “Lecciones de oro, del liderazgo” que uno no debe mandar a los patos a la escuela de águilas.
O, por el contrario, no mande a las águilas a nadar. Creo que esta debe ser uno de los desafíos más grandes de todo líder en cada organización y es poder discernir, donde va cada pieza. Donde encaja mejor, cada miembro del equipo.
Es decir, forzamos muchas veces a la gente para tener enormes responsabilidades y liderazgos, que sencillamente no quieren, ni querrán, porque han abrazado la idea, de que la vida hay que llevarla fácil.
Que, entre menos responsabilidades, mejor se camina y que, la meta final siempre será la del mínimo esfuerzo, ya que la milla extra nunca dará frutos. A esto es lo que Maxwell, se refiere con enviar patos a la escuela de águilas.
¡Cuánto van a sufrir esos patos! Porque ellos, no quieren cazar, ni quieren vivir volando, necesitan nadar y relajarse de vez en cuando, y es su naturaleza.
Por mejores intenciones que tengamos y por más que le vendamos la idea de que ser águila es otro nivel, ellos tienen una vida satisfactoriamente decidida para ser pato.
Ahora bien, un líder, una persona con iniciativa, que siempre da la milla extra, puntual, responsable, que tiene un plan personal de crecimiento y se esfuerza en ello ¡Se imagina cuanto debe sufrir en una organización cuyos valores no estén alineados a los de él!
Es decir, que le “recomienden” no andar cosas y se apegue al estatus establecido por años. ¡Cuánto debe frustrarse, aquel cuyo sueño es volar!
Repito, tanto líderes como seguidores son importantes en toda organización, ¡pero vaya tarea que debe ser detectar donde colocar cada cual! Imagínese aquel que está descubriendo que es águila, que sus plumas apenas están saliendo y admira mucho a otras águilas, cuando encuentra su mentor experto en vuelo y le diga ¡Aquí venimos a volar alto! Sin duda esa persona deberá sentirse inspirada.
Y para poder saber cómo ubicar a cada quien sugiero utilizar la “Ley de tope” del mismo Maxwell, que nos enseña que constantemente debemos estar midiendo el alcance de nuestra gente. Amigos digo esto sabiendo que hay gente que ¡no tiene tope! Pero para todos aquellos que si, estas serán algunas señales.
Si usted les da un desafío más grande, no sentirá ilusión por ello, sino que frustración. Pues sabía que, hacía bien algo, y esto nuevo no lo hace tan bien.
Enséñele, ayúdele, pídale, pero sepa reconocer si después de un tiempo no puede dar más. Eso sí, descubrir líderes que no tienen límite, es lo más desafiante del mundo ¡Y debe vivir desafiándolos a ellos de manera constante!
Amarán saber que no están estancados, porque recuerde. El pato quiere vivir relajado, nadando. Pero el águila siempre querrá volar alto.