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Honduras
martes, mayo 21, 2024

Ni Ethos, ni Pathos, ni Logos

Al pronunciar un discurso se puede identificar el Ethos, está vinculado a la identidad discursiva y social que crea el emisor de sí mismo a lo largo de su discurso, es decir, es su sello de identidad, o como dicen muchos en las esquinas, es donde el discursante “se da color”, se deduce quién es, cómo es, su nivel intelectual y nivel académico. El Pathos corresponde a los mecanismos que usa el emisor para persuadir al auditorio mediante los sentimientos y las emociones, es decir que puede incluso victimizarse para ganar algún nivel de simpatía.  El Logos tiene por objetivo convencer al auditorio mediante el razonamiento y la argumentación, es estrategia discursiva menos utilizada que las dos precedentes, dado que para un político es menos importante explicar algo de manera lógica y demostrativa que ganarse el apoyo del auditorio.

Por mucho que se quiera presentar la alocución de la presidente de Honduras, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en New York, como desafiante, innovador e incluso visionario, realmente es todo lo contrario. Se presentó con su característico lenguaje corporal con un manifiesto “todavía no me lo creo”, con respecto a que ella es en efecto la gobernante de un país, presidente de uno de los tres poderes estatales de nuestra bien amada Honduras. Entre lo cansino de la repetición de los mismos “ejes” de su presentación, acerca de aquello de “el golpe de Estado”, “la dictadura”, “los mártires”, debemos tener mucho cuidado y alto respeto debido a que, en primer lugar, se trata de una dama, y detenta la investidura avalada por todo un pueblo de manera masiva; pero también se debe tener muchísimo más cuidado al notar que esa manera de decir cosas, a veces sin sentido, simplemente es una manera de distraer a la opinión pública para darle vueltas de tuerca a los avances políticos del Foro de Sao Paulo (la adhesión al CAF es una avanzada poderosa de ellos, es un trofeo contra todo pronóstico y contra la misma legalidad). La idea y estrategia es hacernos reír para después hacernos llorar tal como sucede con el pueblo nicaragüense, cubano y venezolano, cuyas riadas de gente migrante son inmensas y los vemos ahora como parte de nuestros paisajes urbanos debido a la represión en sus respectivos países, ¿o no?

Más bien, las nuevas generaciones deberán elaborar, con mucho seso, leyes que impidan a los gobernantes a decir cosas como esas y mecanismos para exigir rendición de cuentas, impedir el nepotismo y crear una institucionalidad nueva, la que existe actualmente no funciona, así de sencillo. Del mismo modo elaborar mecanismos legales expeditos para enjuiciamientos políticos al solo pretender alterar el orden democrático que, sea como sea, nos permite la libertad de opinar, de expresar, de movilización, pues, con la izquierda, harto demostrado está, eso es imposible para un pueblo. La libertad debe defenderse como a la misma vida.

Cada vez que nuestros gobernantes sigan con esos discursos, estaremos pendientes para ponerlos en evidencia. Que la sociedad demande, exija poner orden. Con el presente, también nosotros aportamos nuestro grano de arena.

EditorialNi Ethos, ni Pathos, ni Logos

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