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lunes, mayo 13, 2024

MALTRATO PATERNAL

Según datos del Observatorio de la Violencia, publicados éstos por UNICEF, la tasa de homicidios contra niños y niñas de 0 a 18 años llegó al 15.9 por ciento por cada 100,000 niños (627 homicidios) en 2014. El 14.7 por ciento de las adolescentes mujeres de 15 a 19 años afirma haber sufrido violencia física en el hogar. En el 49 por ciento de estos casos, la violencia vino por parte del padre o la madre; el 25 por ciento, por parte del compañero; y otro 9 por ciento, por parte del exesposo o excompañero.

Muchas veces nos preguntamos: ¿qué está pasando en la sociedad?, pero dicha pregunta resulta muy aislada. Si la traemos a un nivel más cercano, podemos preguntar: ¿Qué está pasando en la familia?, ¿qué sucede cuando vemos normal o permitido el abuso de padres a hijos?, cuando la frase que escuchamos es “mejor hubiera tenido un rollo de alambre, que a vos”, ¿qué sucede cuando el abuso físico es constante, cuando el infante está en total desventaja y el padre presume de su superioridad, control y poder sobre él?

Algunos padres disfrutan de humillar a sus hijos, los tratan sin contemplación, con indiferencia, ignorando o dejando de hablar al niño sin una razón. Los culpan, los chantajean emocionalmente, poniendo en duda su amor, bajo condiciones absurdas de “si no haces esto, ya no te amo”, invalidan sus miedos, sus sentimientos, su gustos y personalidad. Los ningunean y con el maltrato emocional que provocan anulan los rasgos individuales de su ser, llevándolos a sentirse despreciados, sin valor, acusados, ignorados, infelices y asfixiados por las continuas exigencias y abuso que recibe por parte de sus padres.

En otras familias, los padres están cometiendo el grave error de hacer sentir de menos a sus hijos sin quizás tener la intención, con expresiones comparativas de las generaciones pasadas y la de estos años, con la frase que hace voltear los ojos a cualquiera “en mis tiempos …”, “si estuvieras en mi lugar”, “esta generación de cristal”, etc.

Los hacen sentir sin derecho a nada, les echan en cara todo lo que les proporcionan, pero que, quizás algunos no pidieron, como, por ejemplo, la escuela costosa en la que están, la ropa de marca que tienen, el celular de más alta gama que la de alguien que gana un salario mínimo, los viajes fuera del país que han hecho en familia, les exigen que valoren las cosas por las cuales no han luchado, les piden que sean agradecidos sin haber pedido nada, pero, aun así, les dan todo. En algunas familias, las reglas que hay en casa los hacen sentir como visitas indeseadas y no como miembros de una familia.  Les hacen ver como parásitos, sin ningún tipo de expectativa positiva sobre ellos y están en ese círculo alimentado de dolor, formando en ellos un vacío existencial a temprana edad.

Tenemos mucho que hablar sobre este tema, si es de tu interés escríbenos a [email protected]

“LA VIOLENCIA ES EL ÚLTIMO RECURSO DEL INCOMPETENTE”. (Isaac Asimov).

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