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jueves, enero 16, 2025

Liderazgo con propósito

Durante el fin de semana leí un mensaje referente al liderazgo, capturó mi atención: “Jesucristo fue el mejor líder que cualquier persona podría soñar tener y aun así, Judas lo traicionó”.

Este pensamiento nos recuerda que incluso el liderazgo más perfecto que ha habido no está exento de desafíos y traiciones.

Ser líder no garantiza que no enfrentaremos adversidades. Más bien, pone a prueba la capacidad de abrir brecha, inspirar, conectar y guiar a otros, incluso en las circunstancias complejas que ni el mismo líder comprende completamente.

La calidad de un liderazgo no se mide por títulos académicos o jerarquías en un organigrama.

Más allá de los diplomas y las credenciales, lo que realmente define a un líder son las habilidades de relacionarse con otros seres humanos.

La comunicación asertiva, la capacidad de trabajar en equipo, la empatía y la habilidad para resolver conflictos son rasgos que no siempre se enseñan en las aulas universitaria, pero son fundamentales para liderar con éxito.

La semana pasada viajé por carretera, y hacía mucho tiempo que no me encontraba en un camino lleno de neblina.

En esas condiciones, conducir se vuelve un verdadero desafío, la visibilidad es bastante limitada, aún con las luces para neblina que solamente iluminan unos pocos metros adelante, y no queda más remedio que reducir la velocidad y manejar con extrema precaución.

En ese momento, quien llevaba el timón se convirtió en el líder, una figura clave, de la que dependía la seguridad de todos. Se requiere de mucha concentración y serenidad para salir de una nebulosa.

A mí siempre me ha llamado la atención el liderazgo que surge en medio del caos, en los tiempos turbulentos o difíciles, como lo describe Peter Drucker.

Él indica que lo más complicado es que se niegue la realidad de lo que está sucediendo. El que aprende a trabajar en medio de situaciones caóticas es capaz de salir adelante en cualquier circunstancia o como decía Albert Einstein, “en medio de la dificultad yace la oportunidad”.

Durante la Segunda Guerra Mundial, con una Europa casi de rodillas ante el nazismo, surgió un gran líder que mantuvo la moral del pueblo inglés arriba a pesar de la adversidad: Winston Churchill, los motivó con frases de gran impacto, pero recordemos que él gozaba de credibilidad ante los británicos.

Sus discursos no eran vacíos, estaban respaldado por su prestigio, estos mensajes los transmitían por la radio, haciendo hincapié en que “nunca nos rendiremos”.

Otro gran líder pacifista que llama mi atención es el reverendo Martin Luther King Jr., un gran defensor de los derechos civiles en los Estados Unidos que buscó la igualdad racial mediante la no violencia. Fue el hombre más joven en obtener el Premio Nobel de la Paz.

Ser líder no significa ejercer poder o imponer autoridad, significa demostrar que las cosas pueden lograrse a través de la comunicación efectiva, y, sobre todo, la empatía.

Ser líder es mantener siempre la conexión con nuestra humanidad. Si perdemos esa esencia por temor a que nos perciban como débiles o “blandos”, o porque se espera que seamos duros e inflexibles en una empresa o en un país, corremos el riesgo de convertirnos en líderes autoritarios.

Y cuando el liderazgo se degenera en autoritarismo, la historia nos recuerda ejemplos extremos, como el de Hitler, donde el poder sin humanidad llevó a consecuencias devastadoras.

A nivel empresarial, hay organizaciones como Google y Facebook que lideran no solo por sus servicios sino por su manera de tratar a las personas, han adoptado el modelo HERO (por sus siglas en inglés de healthy and resilient organization) que ponen en primer lugar la salud física y mental de los colaboradores, para lograr construir equipos de trabajo eficaces y resilientes.

Un líder, hombre o mujer, que sabe escuchar, que es capaz de construir puentes y resolver conflictos y no alimentarlos, tendrá seguidores genuinos, no aduladores, sino personas pensantes capaces de crear e innovar, con la habilidad de trabajar en equipo y dar esa milla extra motivados.

Recordemos que incluso los mejores líderes pueden ser incomprendidos o enfrentarse a momentos de deslealtad, pero su grandeza radica en cómo responden a esas pruebas.

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