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sábado, mayo 10, 2025

La vejez no se puede desperdiciar

Siempre resulta interesante definir la diferencia entre conocimiento y sabiduría. La principal que se considera entre las dos, es que la sabiduría implica una buena dosis de perspectiva y la capacidad de hacer juicios sólidos sobre un tema, mientras que el conocimiento es simplemente saber.

Cualquier persona puede llegar a ser conocedor de un tema leyendo, investigando, y memorizando hechos. Pero su aplicación en momentos críticos es donde hace una gran diferencia.

A lo largo de mis años, conozco muchas personas que ven con anhelo llegar a su etapa de retiro. Ya sea a sus sesenta o bien, cuando las leyes de su país y las normas de su empresa lo permitan. Me parece bien, dejar de tener las largas jornadas de trabajo o las presiones de los tiempos de entrega que de manera común se tiene en un trabajo.

¿Pero qué hay de toda la sabiduría acumulada durante tantos años? Ese colmillo sin duda puede aclararnos el panorama o bien, acelerar toma de decisiones o procesos. Me encanta una de las empresas con las cuales trabajo en donde dos de sus asesores hablan de contar con “más de 80 años de experiencia acumulada”, entre ambos.

¡Y tienen toda la razón! Por ello considero que la tercera edad debe ser un puente hermoso, entre todo el conocimiento que hoy día tenemos de la mano de la era de la información. Y la sabiduría acumulada a lo largo de los años.

Por tal razón, me encanta cuando las empresas tienen cargos como “presidente vitalicio o emérito”, mencionando que no es quizás un cargo ejecutivo, pero es una clara señal de que vamos, ¡se respetan las canas!

Pero para ello debe existir disposición de ambos lados para continuar sacando provecho a toda esa experiencia. Hace un tiempo leí un libro titulado “No desperdicies tu vejez”, en donde mencionaba muchísimas cosas que solo estando en la tercera edad podemos realizar.

Una de ellos es la ‘mentoría’ de vidas. Hablo de familias. Hay que conocer y tener mucho tacto para poder dirigir vidas. Pero es algo sumamente satisfactorio y muchas veces depende del cabeza de familia, que permita la ‘mentoría’.

Otra de las cosas es ¡orar! Y es algo que constantemente pido a mis familiares mayores, ya que uno, entre tanta ocupación (y abusando de ponerlo de excusa), muchas veces no tenemos el tiempo de orar por cosas que son relevantes.

Algo que me encantó con la tercera edad es el uso y aplicación de la tecnología a las cosas cotidianas. Las personas mayores son abiertas a la tecnología, siempre y cuando haya un voluntario con mucha paciencia que les explique.

En las iglesias mismas, matrimonios y jóvenes, es recomendado que siempre estén rodeados de personas mayores, para que puedan ser sabios consejeros en las situaciones de su día a día.

La sabiduría, tal como lo mencionaba al principio, es la acumulación de la práctica. Es la verdad aplicada al uso. Nunca olvido la experiencia padre e hijo, de una reconocida empresa, donde el hijo se graduó con muchísimos honores en el extranjero.

Su entusiasmo, conocimiento y todo lo nuevo que se podía aprender en el uso del producto que vendían era sorprendente. Sin embargo, faltaba algo. No había estado en el terreno de batalla. A diferencia del padre, que, con solo contarle el caso, podía sugerir la solución del problema.

Sin duda, muchos años después, no dudo que el hijo haya recorrido camino, pero qué bien que haya tenido su mentor, su apoyo en su padre, para que le ayude con acercarse a la sabiduría de las experiencias aprendidas.

Por Enrique Menjívar

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