Japón, uno de los destinos turísticos más populares del mundo, enfrenta un problema creciente de masificación en sus principales ciudades, especialmente Tokio, Osaka y Kioto.
Ante el aumento desmedido de visitantes, impulsado en gran parte por la depreciación del yen frente a monedas como el euro y el dólar, la Organización Nacional de Turismo de Japón ha tomado una medida sin precedentes: recomendar a los turistas que opten por el campo en lugar de las grandes urbes.
Una iniciativa para descongestionar y revitalizar
Naoki Kitazawa, director de la oficina de la Organización Nacional de Turismo de Japón en Sidney, ha liderado esta campaña dirigida principalmente a turistas australianos.
En 2019, Japón recibió 200.000 visitantes de Australia, pero la cifra ha aumentado considerablemente hasta alcanzar los 807.800 en 2024.
La gran afluencia de turistas ha generado problemas de sobrecarga en ciudades icónicas, llevando a las autoridades a fomentar la exploración de destinos rurales menos transitados.
Bajo la promesa de ofrecer «experiencias auténticas», se busca atraer a los viajeros a regiones como Tohoku, Kanazawa y Naoshima, donde podrán disfrutar de los famosos cerezos en flor, templos históricos y la gastronomía japonesa sin enfrentar las multitudes abrumadoras de las grandes ciudades.
Sobrecarga turística
El exceso de visitantes en ciudades como Tokio ha provocado escenas caóticas, muy alejadas de la imagen serena que muchos asocian con Japón.
Según declaraciones de un turista australiano para The Guardian, las aglomeraciones han llevado a situaciones extremas:
«Hemos estado a punto de vernos involucrados en una avalancha de gente… apiñados, gente desmayándose y teniendo que meternos en tiendas y entradas para abrirnos paso».
El gobierno japonés no solo busca aliviar la presión sobre las principales urbes, sino también aprovechar el turismo para reactivar la economía de zonas rurales menos favorecidas.
Con un enfoque en el turismo responsable, la iniciativa pretende redistribuir los beneficios económicos y apoyar la restauración de pequeñas localidades afectadas por la baja afluencia de visitantes.
A medida que Japón avanza en la regulación de su industria turística, esta estrategia podría redefinir la experiencia de los viajeros y fomentar un turismo más equitativo y sostenible en el país.
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