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martes, mayo 14, 2024

La Navidad se fue con los abuelos

La Navidad que recordamos está llena de regocijo, unidad familiar, olores y sabores que nos remontan a aquellos deliciosos platillos preparados por la abuela, aquellos nacatamales especiales con un sabor único, el pan horneado, rompopo y las infaltables torrejas.

Algunas familias jugábamos el esperado amigo secreto y siempre hubo quien se alegró con el presente recibido y también hubo quien manifestó descontento. Así mismo el ambiente de los hogares era perfumado por el pino natural que se colocaba en un recipiente especial con agua para mantener vivo el arbolito de Navidad durante las festividades; no era algo ostentoso, simplemente se decoraba con algunos adornos que colgaban de él y unas cuantas luces, pero lo que más prevalecía era el color verde esmeralda del árbol. Las familias se reunían en casa de los abuelos y sorprendentemente se encontraba alojamiento para todos, lo importante era estar juntos y darse ese abrazo afectuoso a las doce de la noche antes de la deliciosa cena.

Si hacemos un viaje a las Navidades de antaño veremos el enorme contraste con la Navidad actual, ahora los deseos se vuelcan hacia las cosas que queremos adquirir, nos llenamos de artículos novedosos y atrás quedaron los deseos de reunirse con aquellos seres queridos  que se encuentran lejos y que anhelamos volver a ver, atrás quedaron las memorias de las Navidades en familia, en unidad, paz y armonía; donde se tenía presente que por encima de todo en Navidad se ¡Celebra el nacimiento de Jesús, nuestro Salvador!

De manera que es fácil pensar que la Navidad se fue con los abuelos, quienes siempre fueron firmes en mantener las tradiciones vivas, siempre fueron el árbol que abrigó a toda la descendencia, la fuente de sabios consejos e incesantes oraciones al Creador, el imán que unía a los simpáticos y antipáticos de la familia, quienes siempre tuvieron algo que enseñarnos con su ejemplo y devoción. Sin embargo es oportuno hacer un alto y sostener el hilo del recuerdo de aquellos diciembres y traerlos a nuestro presente donde podemos revivir los sabores, aromas y momentos llenos de regocijo espiritual, donde brille el nacimiento de Jesús en nuestros corazones y podamos abrir las puertas de nuestro hogar a aquellos quienes nos han acompañado en silencio durante el año, podemos revivir esa emoción enviando tarjetas a los que están más lejos para extender un afectuoso saludo y hacerlos sentir importantes y recordados.

Podemos hacer tanto con tan poco, que no hace falta esperar para retomar la Navidad al estilo de los abuelos y de ese modo mantener vivo el legado que ellos nos dejaron.

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