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sábado, mayo 18, 2024

La gran abundancia universal de idiotas

Albert Einstein dijo: “Solo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana, y no estoy muy seguro de la primera, pero sí de la segunda”.

Eso lo podemos confirmar casi a diario con las acciones personales de algunos y, más contundente, con las de pueblos enteros.

Venezuela era un país rico, con una democracia conservada durante décadas. De alguna manera, un aspirante a dictador -Hugo Chávez- convenció a una gran mayoría de que el sistema no funcionaba y que todo se arreglaría cambiando la constitución. El pueblo lo siguió; lamentablemente no sólo cambiaron la constitución si no que todo el sistema de vida, convirtiendo a Venezuela en uno de los países más pobres y en el primer exportador de gente huyendo en busca de un mejor sistema de vida. ¿Cuántos han dejado Venezuela quizá para no volver? Más de 7 millones de personas, esa es una realidad comprobada.

Entre esos 7 millones de personas con seguridad hay un buen porcentaje que en su momento votaron por cambiar la constitución (por Hugo Chávez y su heredero Nicolás Maduro).

¿Estaban ciegos o eran simplemente idiotas?

Creo que la frase es al revés: Eran idiotas ciegos.

Todavía, después de que se han suprimido muchas libertades, que los opositores al régimen son encarcelados o tienen que huir y de que la situación económica no ofrece ningún futuro (excepto para los grupos de poder), hay un buen porcentaje de venezolanos que apoyan a Maduro.

Yo quiero agregar una frase (con todo respeto) al pensamiento de Einstein: “La estupidez es una enfermedad casi imposible de curar”.

Lo mismo sucede en Cuba desde hace casi setenta años. Un enorme porcentaje de la gente apoyó la revolución comandada por Fidel Castro.

Después de todo ese tiempo, con el 15 por ciento de la población en el exilio (ya que es más difícil hacerlo nadando que caminando, como es el caso de Venezuela)  con la  otrora bellísima ciudad de La Habana cae en pedazos por falta de mantenimiento, apenas las fachadas de algunos edificios son remozadas por piedad y acción de las Naciones Unidas y la gente soportando una infame tarjeta de racionamiento que incluye el azúcar, del cual Cuba fue una vez el primer productor mundial, a pesar de todo eso, existe un importante porcentaje de cubanos que siguen apoyando al régimen dejado por los hermanos Castro (incluyendo el ejército en un país convertido en militarista por la revolución).

¿Idiotas? ¡Claro que sí!

Todo esto conduce a lo que está sucediendo en Argentina. Hace más de 90 años, un populista llamado Domingo Perón, acompañado de su bella y carismática esposa Evita, cambiaron la mentalidad de la gente; uno de los países más ricos del mundo, como era Argentina, se convirtió en un caos económico que nadie entiende y para el que no parece haber solución.

Y es así como, con una inflación del 140 por ciento, recientemente el pueblo votó para elegir en segunda vuelta a un candidato que actualmente es ministro de Economía y, como tal, uno de los principales responsables de la crisis económica que sufre el país.

¿Qué les pasa, che viejos?

Simple o complicadamente que una gran parte del pueblo no se ha podido quitar de la cabeza a Perón y Evita.

¡Los abuelos, padres e hijos de los idiotizados votaron por el partido y el hombre que los tiene en la ruina!

¡Están queriendo elegir a quien ha ayudado a destrozar la economía, las ovejas están buscando como salvador al lobo!

El mismo Einstein dijo “no puedes esperar diferentes resultados haciendo lo mismo”.

¿Qué le pasa a la gente?

La estupidez no se cura, no al menos fácilmente, esa es la verdad.

Todavía, 30 años después que se comprobara el fracaso del socialismo soviético y de haberlo sufrido más de 70 años, hay gente que vuelve a ver con nostalgia los días de Lenin, Stalin y otros tiranos terribles y desfila cada primero de mayo -cargando viejas y desteñidas banderas con la hoz y el martillo- añorando los buenos tiempos del comunismo.

¿Saldrá Argentina adelante si es electo en noviembre el candidato heredero del peronismo, el hombre que en parte los tiene donde están?

De ninguna manera, seguirán sufriendo y cantando viejos y dolorosos tangos, culpando a nadie de que todo siga “cuesta abajo en su rodada”, sin ver que son ellos mismos, con su eterna estupidez y su voto equivocado, quienes tienen al país de Gardel en esa situación.

Hay otro tango que se puede parafrasear y que calza un poco en esta tragedia “sentir, que 90 años no es nada, que es un soplo la vida”.

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