Ayer nos referíamos a los derechos humanos y lo que hoy acontece, al ser cotidiano, ya parece ley, pero no lo es. Nos referimos a los abusos de le Empresa Nacional de Energía Eléctrica, la cual ha sido usada, como siempre, como bandera política para arrancar emociones y aplausos de los gobernantes de turno, pero en las calles, avenidas, pueblos, caseríos, aldeas, la gente está siendo electrocutada con altos cobros y, al hacer la medición basada en tarifas reales, consumo diario y eficiencia de los aparatos, hay negocios realmente pequeños, de subsistencia, que deberían pagar, siendo justos, hasta un tope (y exagerando quizá un poquito) de 3 mil lempiras, ¡y están recibiendo cobros de hasta 20,000 (veinte mil) lempiras! Esto es real y tenemos los testimonios, pero eso no basta.
Es allí donde se nos da la razón al preguntarnos dónde están los organismos que dicen defender los derechos de personas humildes, honradas y trabajadoras, del por qué llenar las páginas y los minutos de los medios o para reseñar actos de los delincuentes y alabar poco y de cierta manera vigilar y proteger a un pueblo que se faja día a día y que le arranquen un pedazo del corazón al llegar a las puertas de sus casas o negocios facturas exorbitantes e impagables y que no haya una instancia legal para aclarar esos abusos satánicos.
Decir pobre no significa ser inútil. No se debe abusar de la gente que sí trabaja para mantener una deuda social que es el Estado el que debe procurar condiciones y mecanismos serios y correctos para ayudar a los que necesitan, hospitales, asilos e instituciones afines para subsidiar las ayudas a los que realmente no pueden trabajar, a los mayores de edad, pero no, se abusa del que quiere salir adelante y así no se puede.
No han parado los abusos, siempre lo hemos visto desde hace décadas en gobiernos militares, surge la democracia y el pueblo cree todavía en ella, pero se convirtió en una neo conquista, con cuentas de colores y espejitos mientras los poderosos se ceban comiéndose lo poco que le queda a la destazada gallina de huevos de oro. ¿Dónde queda el discurso de la tan cacareada “refundación” cuando las cosas, las realidades del hondureño, han empeorado?, mientras en los barrios populosos los delincuentes tienen desde ya sellados los vientres de las madres con crías para ser reclutadas al crecer para perpetuar las cadenas del crimen y muerte. Nadie hace nada. Las marchas de la oposición solo son un pequeño signo que a los poderosos de turno les sabe a sombrerazos, a pequeña y leve brisa, de mar en calma, que más bien les acaricia y les hace reír y gozar. Al menos algo es algo.
Mientras callamos, mientras la oposición no se refiera a estos casos, mientras se siga pataleando y haciendo berrinches en vez de acciones concretas, las cosas empeorarán, nuestros amables lectores seguirán siendo electrocutados por la maldición de una empresa que ha servido como piñata, tal como sucedió con Hondutel en su momento y vean cómo terminó. La ENEE es sinónimo de maldad.