A diario escuchamos sobre la crisis climática que enfrenta el planeta y nos parece un cliché, pero cuando caminamos al medio día por las calles nos damos cuenta del incremento de temperatura que padecemos. Esto afecta nuestro día a día y además afecta todos los procesos productivos, desde la eficiencia de los obreros en las grandes fábricas, hasta las plantaciones de cultivos que atienden los agricultores, quienes dependen en gran manera de las bondades del clima.
Cuando llueve, son torrenciales lluvias que nos dejan inundaciones y cuando hay sequía las pérdidas son evidentes; entonces debemos ser conscientes de que la crisis climática es real y llegó para quedarse.
Difícilmente como humanidad podremos revertir el deterioro acelerado del planeta, que es en parte una de las causas por las cuales enfrentamos los actuales desafíos climáticos, sin embargo, sí podemos mitigar los efectos y adecuar nuestro ritmo de vida a las nuevas condiciones de clima. En otros lugares las personas ya son resilientes a estos fenómenos y se anticipan al impacto que puedan sufrir ya sea por inundaciones, sequías, alzas o bajas de temperatura, entonces nosotros como hondureños debemos también prepararnos y tener una visión integral de la situación.
Esta crisis trae consigo muchos efectos, tal como la reducción del volumen de agua disponible en muchas zonas del país, es por eso que, a través de este medio, aprovecho la oportunidad para solicitarles muy amablemente que usen de forma responsable el agua, sobre todo en los sitios donde por el momento, el vital líquido es abundante; ya que en sitios donde el agua es escaza las familias son expertas en usarla eficientemente. En ese sentido, hay una oportunidad en aprender de ellos a través de un intercambio entre familiares, que para citar un ejemplo podría sugerir que los de San Pedro lleguen a Tegucigalpa para que saquen un diplomado en eficiencia hídrica y al retornar a sus casas hayan adquirido un nuevo hábito que deje una huella positiva y un ahorro sustancial en el consumo de agua.
Y por otra parte, invito a las familias a sembrar al menos un árbol por cada miembro de su núcleo familiar para devolverle “algo” a nuestra casa común. Qué bello sería que entre vecinos compitan por quien tiene mejor cuidado su árbol o por cuantos arboles han sembrado. Espero poder dejar evidencia entre los lectores de que ¡DEBEMOS hacer algo URGENTE! Cada uno desde sus posibilidades, lo importante es ser parte de la solución, ya que no es un tema de moda, no se trata de corrientes de pensamiento, ni de argumentos prefabricados, la crisis climática se siente a todo nivel.
Por: Fabiola Elvir