Son muchas las cosas que nos frenan para ir en pos de eso que queremos. Nos la vivimos retrasando la llegada de ese día a pesar de tener ya la certeza de que es eso, lo que necesitamos para estar bien. Una de las cosas que nos frena es la idea ya sea consciente o no, de que aún no estamos listos para aquello o peor aún, que no lo merecemos. Y tal vez tengamos razón en lo primero y haya que hacer una que otra cosilla antes de tomar ese camino, uno que otro arreglo por aquí y por allá, pero lo cierto es que mientras nos preparamos, la vida sigue su curso, el tiempo no se detiene a esperar a nadie. Referente a lo primero se puede hacer mucho, como apresurar la marcha, enfocarse, asegurarse de que se está en la dirección correcta. Walt Disney decía: “Pregúntate si lo que estás haciendo hoy, te llevará a donde quieres estar mañana”. Creo que si la respuesta a esta pregunta es no, habrá que hacer los ajustes necesarios y redireccionarnos. Y luego Antoine de Saint-Exupéry asegura que: “el mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe a dónde va”.
Cuando la razón de esta postergación se debe a la segunda razón antes mencionada, habrá que hacer un profundo autoanálisis al respecto porque mientras sigamos así, nosotros mismos estamos socavando la realización de nuestro sueño. Y a veces la vida es tan maravillosa que nos manda segundas oportunidades “la felicidad suele colarse por una puerta que no sabías que habías dejado abierta”. Pero claro que, si seguimos en el plan de no ser merecedores de lo bueno que nos pasa, no tardaremos mucho en echarlo de nuevo para afuera y así como existe la posibilidad de que vuelva, existe la misma posibilidad de que no lo haga más.
Hace poco mientras esperaba en un semáforo, veía a lo lejos a una señora muy mayor sentada en el patio de una humilde casa, con una actitud resignada y la mirada perdida. La verdad es que la he visto varias veces y todas las veces ella está así, en la misma postura, mirando sin mirar, como esperando algo que no llega. Y lo que me pasa por la mente, es la imagen de ella hace unas cuantas décadas, cuando gozaba de toda la juventud y vigor del mundo y estoy casi segura de que, en aquella época, no se visualizaba de esta manera. Y creo que si me tomara el tiempo de platicar un rato con ella podría encontrarme con una mujer que piensa que hizo todo lo que tenía que hacer con su vida o, por el contrario, podría tratarse de alguien que ya se cansó de repasar una y otra vez por su mente todas esas veces que tuvo la oportunidad para hacer las cosas de una manera diferente y todas las veces que no la tomó.
Desafortunadamente todos conocemos a alguien que tiene detenida su vida, haciendo de observador de la vida de otros, con actitud resignada, segura de que no hay nada más que hacer sino esperar pasivamente por algo que probablemente…no llegará.