LA conmovedora historia de un Skye Terrier, llamado Bobby, que durante 14 años permaneció en el cementerio, acostado junto a la lápida de su dueño, John Gray, el jardinero que debido a dificultades económicas decidió unirse a la policía de la ciudad como guardia nocturno.
A sugerencia del poeta, la historia de Hachikō, el perro fiel, que se ha convertido en un símbolo cultural en Japón. “Hachikō nació en noviembre de 1923 en la prefectura de Akita, Japón”. “En 1924, fue adoptado por Hidesaburō Ueno, un profesor del Departamento de Agricultura de la Universidad de Tokio”. “Hachikō acompañaba a Ueno todos los días a la estación de tren de Shibuya en Tokio, donde el profesor tomaba el tren para ir a trabajar”.
“Al final del día, el perro regresaba a la estación para recibirlo”. “El 21 de mayo de 1925, el profesor Ueno sufrió una hemorragia cerebral durante una clase y falleció”. “Hachikō, sin entender su ausencia, continuó yendo a Shibuya cada día, esperando su regreso”.
“Durante casi una década (1925-1935), Hachikō se presentó puntualmente en la estación, a la hora en que llegaba el tren de su dueño. A pesar de ser cuidado por antiguos sirvientes de Ueno y otros residentes, nunca abandonó su rutina”. “En 1932, un artículo periodístico lo catapultó a la fama nacional”.
“Los japoneses lo apodaron “Chūken Hachikō” (el perro fiel Hachikō), y su historia conmovió al país, especialmente en un contexto de promoción de valores tradicionales”. “El 8 de marzo de 1935, Hachikō fue encontrado sin vida cerca de Shibuya”. “Su causa de muerte se atribuyó a filariasis y cáncer”. “Sus restos fueron preservados y se exhiben en el Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia en Ueno, Tokio”.
“La primera estatua en su honor se erigió en Shibuya en 1934, con Hachikō presente en la inauguración”. “Esta fue fundida durante la Segunda Guerra Mundial, pero una nueva se instaló en 1948, que sigue siendo un punto de encuentro icónico”. “Cada 8 de abril se celebra un festival en Shibuya para honrar su memoria”.
“Hachikō es un ejemplo en las escuelas japonesas de valores como la fidelidad. La raza Akita, a la que pertenecía, ganó reconocimiento y protección, especialmente tras casi extinguirse en la posguerra”. “Su historia inspiró películas como “Hachikō Monogatari” (1987, Japón) y “Hachi: A Dog’s Tale” (2009, EE. UU., con Richard Gere)”. “Hachikō trascendió su historia personal para convertirse en un emblema de amor inquebrantable, recordado en el arte, la educación y la cultura popular global”.
(Los chuchos –entra el Sisimite– guiados por un instinto y la emoción pura muestran una fidelidad absoluta a quienes los cuidan, sin segundas intenciones ni cálculos. Su amor no depende de beneficios, sino de un vínculo emocional sincero que no se quiebra.
Los humanos regidos por la razón, la conveniencia y en muchos casos el egoísmo, pueden ser ingratos y traicioneros. La lealtad humana suele estar condicionada por circunstancias, intereses personales, o cambios de perspectiva, lo que lleva a casos de desagradecimiento y traición, incluso hacia quienes han brindado apoyo incondicional.
-Es que los chuchos –agrega Winston– vemos a las personas que nos cuidan como referentes de amor y seguridad, en cambio los humanos ven a los demás como medios para alcanzar sus propios fines, descartándolos cuando ya no los consideran útiles. “Si recoges a un perro hambriento y lo haces próspero, no te morderá. Esa es la principal diferencia entre el perro y el hombre”. (Mark Twain). -El epitafio –vuelve el Sisimite– de Lord Byron a su perro Boatswain: “Poseyó belleza sin vanidad, fuerza sin insolencia, valentía sin ferocidad, y todas las virtudes de hombre sin sus vicios”).