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domingo, mayo 5, 2024

El maestro de las estafas

Primero que todo, debo aclarar que no tiene nada que ver con políticos y sus promesas, esos engaños no tienen comparación.

Existió un hombre cuyo apodo era “The Yellow Kid” (El muchacho amarillo) que realizó en los EUA las más increíbles estafas, algunas de las cuales han sido llevadas al cine pero que jamás podrán sobrepasar lo que “el Kid” planeó y ejecutó durante su fructífera vida y larga vida como estafador.

Su verdadero nombre fue Joseph Weil, nacido en 1875 y fallecido en 1976.

He leído su amena biografía y me propongo a relatar algunas de las más notables embaucadas.

Una particularidad de la mayoría de sus estafas era que las víctimas no se daban cuenta de que habían sido atracadas, aún después de perder grandes sumas de dinero.

LA FIEBRE DE LOS DIAMANTES EN EUA

Los Estados Unidos se cuenta entre las naciones cuya riqueza natural no incluye diamantes. Rusia y algunas naciones africanas son los exclusivos mayores productores.

Entonces, ¿cómo “El Kid” logró vender minas de diamantes ahí?

A principios del siglo pasado, ese fabuloso aventurero -el más creativo de todos- planeó y ejecutó una enorme estafa por la cual nunca tuvo que responder ante la justicia ya que todo fue hecho “legalmente”.

Lo primero que hizo fue adquirir una buena cantidad de diamantes en bruto, tal y cual se presentan en la forma natural antes de ser cortados y pulidos.

Armado con eso y una estupenda cara de ingenuo, se acercó a un grupo de banqueros para solicitarles financiamiento para explotar una mina de diamantes que había descubierto en Arizona.

La ambición natural de los prestamistas les llevó más allá de ofrecerle dinero, quisieron ser socios de la fabulosa mina, cosa que el Kid había anticipado.

Unos meses antes había adquirido unos terrenos sin ningún valor en un área semidesértica donde “plantó” algunos de esos diamantes en bruto, los cuales inscribió a nombre de una empresa minera de su propiedad.

Los banqueros quisieron conocer el lugar de la mina que iban a financiar y el Kid les llevó en un tortuoso viaje de diligencia, la mayor parte del cual tuvieron que recorrer con los ojos vendados, una precaución “necesaria” para conservar el secreto y evitar una fiebre de diamantes, algo similar a la fiebre del oro desatada en el oeste norteamericano.

El lugar sólo se daría a conocer al público cuando todo estuviera desarrollado. Casas para los trabajadores, maquinaria, cadena de comercialización, etc.

Llegados al lugar del “yacimiento” y ya con los ojos descubiertos, no fue muy difícil para el Kid hacer que los banqueros encontraran los diamantes plantados por él.

¡Estaban a flor de tierra! ¡Quién sabe cuánta riqueza se encontraría cuando se realizaran las excavaciones!

Los banqueros, babeando de ambición, le ofrecieron algo más que financiamiento, su codicia les llevó a comprar acciones de la empresa.

Ante las primeras ofertas, el Kid se negó y no fue sólo hasta que el precio que le ofrecieron pagar por las acciones llegó a las nubes cuando, finalmente, accedió a compartir las futuras ganancias con otros accionistas.

Todo se inscribió legalmente, la mayor parte de las acciones fueron traspasadas a nombre de los banqueros, quienes se hicieron cargo de la dirección del proyecto.

De más está decir que no encontraron ni un vidrio pulido, mucho menos un solo diamante.

La compañía minera obviamente fracasó dejando enormes pérdidas a los inversionistas y una gran ganancia al Kid, quien vendió sus acciones, puro papel muy bellamente impreso, de algo que jamás produjo un solo diamante. Eso sí, el Kid guardó para sí todos los diamantes que habían servido para engatusarlos.

Se cree que nunca se dieron cuenta de que habían sido estafados ya que nadie podía garantizar lo que se encontraría en el subsuelo.

Una vieja y excelente película llamada “El Golpe”, con Paul Newman y Robert Redford, está basada parcialmente en otra estafa del Kid y aunque es muy buena no se compara con la realidad.

Algunos de los más fuertes y creativos timos del Kid, los cuales sólo se pudieron realizar por el profundo conocimiento que tenía de la ambición de los hombres, la que es capaz de cegar a muchos.

El Kid “inventó” una máquina de hacer dinero, la cual vendió a falsificadores aficionados, que no pudieron denunciarlo ya que lo que les vendió tenía la intención de estafar al Estado, ¿cómo podrían decir que les había robado si ellos estaban en camino de falsificar dinero?

Dedicaré dos o tres entregas a relatar más casos de los realizados por el Kid y otros estafadores, mentes brillantes expertas en explotar la ambición humana.

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