Tegucigalpa. El economista hondureño Carlos Urbizo ha puesto el proyecto del Ferrocarril interoceánico en los rieles de una realidad no planteada: tardará 15, casi tres nuevos gobiernos, no resolverá los problemas actuales de Honduras y dependerá de los inversionistas internacionales.
Urbizo respondió así a la presentación de las generalidades del proyecto que hizo el lunes anterior en el foro de Frente a Frente, Héctor Zelaya, nombrado por su madre, la presidente Xiomara Castro, como director ejecutivo con amplias facultades administrativas.
Zelaya trabajará este proyecto nacional junto a los ministros de Ambiente, Infraestructura, Finanzas y Defensa, presentes también en el foro y a quienes llamó “Dream Team”.
Aunque los cambios financieros y económicos del mercado pueden variar los costos en el transcurrir en esos 15 años, los proyectistas estimaron en 20 mil millones de dólares el costo de la obra con participación extranjera y del Estado de Honduras que mantendrá el 51 por ciento de las acciones.
Una vez en operaciones, aproximadamente allá por el año 2040, las dos costas hondureñas estarían unidas por medio de un ferrocarril entre los puertos de Amapala, en el Pacífico y Puerto Castilla, en el Atlántico y viceversa, cruzando el país por el departamento de Olancho, para que la mercadería pueda continuar a los mercados de Estados Unidos, Europa y Asia, creando, al mismo tiempo, polos de desarrollo a lo largo del corredor ferroviario.
Para los proyectistas del Gobierno, el objetivo del proyecto es aprovechar el comercio mundial que Panamá no puede atender o tarda hasta 10 días en despachar, en estos momentos, por la alta demanda del uso del canal, frente a las 12 horas que tardarían si lo hacen por los puertos hondureños.
Ilusiones y realidad
Frente a este optimismo del “Dream Team”, Urbizo es del criterio que el proyecto “tiene pies y cabeza a largo plazo, tal vez, en 15 años y depende del interés geopolítico de los países poderosos que invertirán, porque Honduras por sí solo no lo podrá hacer”.
Urbizo opina que el Gobierno “está haciendo creer que con eso ya se resolvió el problema de Honduras y eso está muy lejos de ser realidad, pero sí puede contribuir a desarrollar el país”.
El proyecto le sirve al Gobierno “para crear ilusiones que no se van a llevar a cabo en la magnitud que están hablando, de manera que si se llevara a cabo es con otros inversionistas como Japón, China, Corea del Sur, Estados Unidos y algunos países de Europa interesados por razones estratégicas y geopolíticas, pero eso es a largo plazo”.
El también analista enmarca su opinión en el hecho que el Gobierno está en el negocio de crear expectativas, para reducir un poco los otros temas que están en el debate público. Es decir que el Gobierno tampoco puede meter al pueblo en un congelador y esperar esos resultados, que hasta ahora son inciertos”, acotó.
Problemas de hace 100 años
Urbizo recomienda que, independientemente del proyecto ferroviario, el Gobierno debe seguir atendiendo los problemas actuales, que son los mismos de hace cien años, como la corrupción, la inseguridad, el desempleo, los bajos salarios, la democracia. “Son cosas que se pueden hacer ya, y que no se las impide ninguno imperio, es decir una cosa no excluye a la otra”.
De acuerdo con, su experiencia como banquero, dijo que los inversionistas van a participar si ven que es factible el proyecto, de lo contrario se pueden ir a Nicaragua, donde los chinos hicieron el intento y lo abandonaron. La ventaja de Honduras, agregó, es que no le cuesta nada, solo le toca poner la tierra, porque no tiene el dinero para hacerlo solo.
Desde su punto de vista, cree que los inversionistas no van a aceptar la participación del 51 por ciento del Gobierno en el proyecto. Y argumenta que “es estar soñando porque sus socios van a pedir 40 años de administración, ¿a quién le interesa tener al Gobierno de socio?, ¿usted metería a un loco en su casa?, se preguntó.
Lo más seguro, detalló, es que a Honduras solo le toca ver el proyecto, con derechos soberanos bajo ciertos esquemas, no como las Zede, “pero con un contrato bien amarrado, sin que el Gobierno estorbe”.
“Siendo realista, ¿cómo va a venir un grupo de inversionistas con 20 o 30 mil millones de dólares porque Honduras no tiene ni para poner mil millones? Es un proyecto grandote que va para largo, vale la pena perseguirlo, aunque es un proyecto que no depende tanto de Honduras, excepto la voluntad de decir ‘pasen porque aquí, voy a darle una especie de servidumbre para que pueda pasar de un lado a otro’”.
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Aconsejó a los hondureños “no desvincularse de la atención de los problemas actuales que tenemos, pues este Gobierno se ha llevado dos años en tonterías políticas, hasta suspendieron el Congreso por unos meses para negociar con los jefes de los partidos, hicieron lo que quisieron en una noche”.
“El proyecto sigue teniendo esa idea desde Cabañas y, considerando la situación de Panamá, eso le da oportunidad a Honduras, pero también lo puede tener Nicaragua y México, al plazo de los 15 años”, Carlos Urbizo, economista.