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Honduras
viernes, abril 19, 2024

E-EVOLUCIÓN: Día del niño y la niña, poco que celebrar, mucho por hacer

Mirna Isabel Rivera
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La población de Honduras se ha incrementado al igual que la falta de oportunidades, con solo el hecho de nacer en nuestro país existe la posibilidad de pertenecer a un hogar pobre, ya que el 73% de la población tiene bajos ingresos y alrededor del 53% viven en pobreza extrema según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE, 2022).

Las desventajas socioeconómicas vienen desde el nacimiento de un niño o niña, superarse en un ambiente con altas tasas de criminalidad, violencia, escasez de recursos económicos y con un sistema educativo decadente, sin una vivienda digna y en una familia carente de valores es un reto que la mayoría enfrenta desde que es concebido.

Según el INE (2022), la población total actual es de 9 millones 507 mil 739 hondureños, de los cuales el 30% son menores de 14 años y un 12.3% menores de cinco años. De cada 100 niños, 77 viven en pobreza extrema (Casa Alianza, 2022). Para subsistir en un país altamente corrupto e insensible, la niñez que vive en precariedad no tienen otra opción que abandonar la escuela, hay más de un millón de niños que trabajan (OIT, 2022), principalmente en labores del campo, recolectores de desechos, comercio informal y las niñas son tomadas como empleadas domésticas a cambio de techo y comida.

Otro dato escalofriante, cada seis horas en nuestro país un menor de edad sufre abuso sexual, generalmente por un conocido de su entorno, las niñas son las más vulnerables, pero también hay niños abusados según reporta el estudio “Índice de Impunidad y respuesta institucional ante el abuso sexual infantil en Honduras”, presentado por la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ).

La situación que vive la niñez no es nada positiva, los niños pobres, abusados y excluidos serán adultos sin oportunidades, pero claro siempre hay algunas excepciones donde se presentan casos de éxito y quizás ellos puedan ascender a clase media o alta sin necesidad de emigrar y de manera honrada, pocos tienen la capacidad sobrenatural de romper con generaciones de pobreza.

Los niños que logran terminar su bachillerato y hasta la universidad, ven sus sueños rotos, por lo menos en su propio en país, cuando quieren acceder a un empleo digno, se encuentran frente al estigma y la exclusión social por ser de bajos ingresos. Algunas empresas en nuestro medio, no contratan a personas que viven en ciertos barrios o colonias consideradas marginales porque pueden tener nexos con maras y pandillas. Quizás estas organizaciones actúan así, basadas en alguna o varias experiencias negativas, pero ya con solo este hecho se le cierran oportunidades a la gran mayoría.

El deterioro económico y social que atraviesa Honduras no brinda oportunidades, es como que a cada hondureño se le pusieran al nacer un “chip” programado para el fracaso en masa, quizás parezca muy negativa en esta apreciación, pero cuando vemos los datos duros y fríos, los obstáculos que enfrentan son enormes. No es de extrañar que para muchos resulta más fácil saltarse un muro real como el que construyeron en la frontera de los Estados Unidos y México (buscando frenar la migración irregular) que superar las barreras sociales que el sistema socioeconómico hondureño les ha impuesto.

El panorama de la niñez es sombrío en la actualidad, pero hablando con cierto optimismo, sí es posible cambiar esta situación, pero requiere generar más empleos, asistir de manera puntual las necesidades (materiales, emocionales y espirituales) de las familias en extrema pobreza. Las instituciones del Estado creadas para apoyar la niñez, las organizaciones no gubernamentales y las empresas socialmente responsables deben crear sinergia para atender de una manera más eficiente a estos grupos. Nuestros niños y niñas se merecen un mejor presente para lograr un futuro prometedor.

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