La Unidad Contra la Trata, Explotación Sexual Comercial y Tráfico de Personas de Personas (UTESCTP) obtuvo dos nuevas sentencias, contra dos oficiales de policía, por el delito de tráfico ilícito de personas.
Se trata de Edwin Euceda Barahona (Comisario de policía, capturado en Tocoa) y Diandra María de Zelaya (Agente de policía, capturada en Tegucigalpa).
Ambos pertenecían a una red transnacional de tráfico de personas, que fue desmantelada el 26 de noviembre de 2020.
A Diandra María de Zelaya se le decretó una pena de ocho años de prisión.
Como se recordará, en octubre de 2022, el Ministerio Público logró una primera sentencia mediante procedimiento abreviado en contra de 13 cabecillas e integrantes de este grupo criminal. Condenándolos a seis años de reclusión.
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Los condenados responden a los nombres de:
Gustavo Adolfo Cárdenas Sagastizado, Luis Fernando Sagastizado, Carlos Alberto Cruz Martínez, Elmer Yamil García López, Jimmy Josué Rogel, Elder Mauricio Peña, Roger Eduardo Palma Pérez, Oscar Armando Andrade Espinal, José Jonathan Santos, José Antonio Marcia Estrada, Kendry Ronidey Estrada Pastrana y Juan Alberto Morazán Suárez (Clase I de policía).
Asimismo, a Exequiel Cartagena Cartagena se le condenó a cinco años de reclusión.
Desde el año 2013, conforme se determinó en las investigaciones, la red venía operando en Honduras, Guatemala, Costa Rica y Panamá.
Así operaba la red de tráfico de personas
Ejercían sus actividades a través de comunicaciones telefónicas y desplazamientos en la región. Percibiendo por el traslado de cada persona valores entre ocho mil y doce mil dólares.
Estos pagos se efectuaban vía transferencias bancarias o entrega de vehículos automotores, lanchas o remesas.
Los migrantes recibidos en Honduras eran de nacionalidad cubana, nicaragüense, transcontinentales y compatriotas.
Varios de los condenados los esperaban en la frontera de Guasaule, para luego trasladarlos en transporte público o vehículos particulares a Choluteca, donde pernoctaban.
Posteriormente eran llevados hasta Tegucigalpa, donde les conseguían hospedaje; de la capital partían hasta la frontera de Honduras con Guatemala.
En la aldea de Corinto, Omoa, Cortés, los recibían otros integrantes de la red para llevarlos hasta Estados Unidos.