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martes, abril 23, 2024

Donald Trump, el indestructible

Otto Martín Wolf
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En la vida de las naciones, de vez en cuando aparece una persona a la cual se le perdona, acepta y hasta festeja todo; aunque se trate de un perfecto imbécil o de alguien nocivo para la misma nación. Trump es uno de ellos. La mejor descripción la dio, precisamente, una de sus principales colaboradoras en campaña y luego en la Casa Blanca -Kellyanne Conway- quien dijo que el hombre podía disparar a alguien en media calle y no perdería un voto y, tristemente para los Estados Unidos, tiene razón.

Al inicio de su carrera política, Trump dijo que los mexicanos eran delincuentes, violadores, asesinos y malos hombres. Todo mundo creyó que ahí mismo terminaría, pero, sorprendentemente, no perdió simpatizantes, ni siquiera entre la comunidad latina (la minoría más grande) a quienes también alcanzó su insulto. Ofreció hacer un muro para detenerlos, el cual sería pagado por México ya que subiría impuestos a todos los productos mexicanos, demostrando una total ignorancia en la materia, pues los que pagarían ese incremento serían -obviamente- los consumidores norteamericanos, como podría saberlo cualquier ama de casa.

Al final apenas construyó una pequeña parte de su muro, que fue pagada ¿por quiénes?, ¡los contribuyentes norteamericanos!

Un periodista publicó una grabación donde Trump sacaba pecho de que, por ser dueño de la franquicia del concurso de belleza Miss América, podía manosear en sus partes íntimas a las candidatas sin ningún problema. Despidieron al periodista y ningún grupo feminista se mostró ofendido. El hombre es indestructible. Tiene 5 hijos de 3 matrimonios, lo que no se le perdonaría a ninguna mujer candidata a algo. De nuevo, los grupos feministas nada. Nunca ha presentado declaraciones de impuestos, como tradicionalmente han hecho todos los políticos, nada. Su empresa Trump Corp., acaba de ser encontrada culpable de subir el precio en libros de sus propiedades para conseguir préstamos y bajarlo para pagar menos impuestos de bienes inmuebles, eso es un delito por el cual su administrador -Allen Weisselberg- fue condenado a prisión; Trump nada. Utilizó parte del dinero recogido en campaña para gastos personales, lo que es un delito federal, sin ninguna consecuencia para él.

El prestigioso diario The New York Times publicó una lista de 36 mil ocasiones en que Trump mintió siendo presidente… ¿debo repetir que tampoco nada? El FBI acaba de decomisar en su residencia 300 documentos clasificados que se llevó de la Casa Blanca cuando salió, lo que constituye delito federal. Pérdida de popularidad: 0.

Paradójicamente más bien lanzó una ola de sucio sobre esa institución tan prestigiosa, acusando -sin pruebas- de haber plantado esos documentos. Existen vídeos de seguridad del mismo Trump que demuestran su falsedad. Como una consecuencia “menor” un fanático trató agredir una de las oficinas del FBI, muriendo en el intento; Trump ni siquiera envió el pésame a la familia del idiota.

Es el mismo Donald Trump que demostró su ignorancia cuando sugirió en televisión -en vivo y a todo color- que, para combatir la COVID-19, la gente se debería de inyectar desinfectante en las venas; hubo varios muertos por hacerle caso. No perdió ni un simpatizante, ni siquiera entre los parientes de los muertos. Desde antes de perder las elecciones había declarado que “estaban amañadas”, sin tener ninguna prueba. Hasta la fecha no ha reconocido su derrota, sigue manteniendo que le hicieron fraude; un 70% de sus simpatizantes le creen, a pesar de que todos los juzgados rechazaron sus demandas legales, incluyendo muchas con jueces del Partido Republicano sobre el cual tiene un total dominio, aquellos que se atreven a contradecirlo son terminados políticamente. Es muy posible que sea candidato y quizá gane. Me atrevo a especular que, de llegar de nuevo a la Casa Blanca, posiblemente intentará cambiar la Constitución para quedarse eternamente en el poder… y a lo mejor lo consigue.

Ya alabó al presidente chino Xi Jinping cuando logró precisamente eso: “Ahora es presidente de por vida, creo que es genial, tal vez tengamos que intentarlo algún día”. Esa declaración de intenciones pasó desapercibida por todo mundo. Creo que lo único que lo puede parar es una enfermedad grave o la muerte. Los imperios no son destruidos desde afuera, las causas siempre han sido internas.

Donald Trump puede ser el inicio del fin del Imperio Norteamericano.

 

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