Estamos en la era de las etiquetas. Todo debe llevar nombre. Movimiento tal. Si usted no es de esto, es porque es de aquello. No me cabe duda que estas son semillas sutiles que si no mejoramos va a dividir cada vez más nuestra sociedad.
“Los que piensan así de este lado”. Los que piensan de otra manera, van para el otro. Y es que, comprendo, la convivencia es algo difícil.
Y en esta marcada sociedad, que ha cambiado sus estándares, por lo que se ve a simple vista y lo que se tiene, es inevitable compararse. ¿Sabe por qué? Porque todos queremos saber cómo vamos en la vida.
La retroalimentación es importante para la persona, pues va midiendo su nivel de aceptación. Por eso las personas también utilizan sus redes sociales para comunicar sus avances ¡Quiere que el mundo sepa que uno va muy bien!
Lo que no nos enseñan es que cada bien va llevando su propia carrera, cada quien va a su paso, y que las metas también van a variar dependiendo de muchos factores.
Existe un enorme estrés social por sentirse aplaudido. Admirado. Y creo que puede ser un deseo normal, hasta que llega a los excesos. Un claro ejemplo son los días festivos. San Valentín o Día de la Madre. Hay quienes lo pasan maravilloso, hay quienes son días de recuerdos no gratos para ellos
Compararse con otros y vivir viendo al vecino es la completa receta para la infelicidad, porque pueda que usted este logrando algo bueno, pero si su vecino ganó otra cosa, inmediatamente deseará lo que el otro tiene. Y esto amigos ya va pareciendo a la envidia. Algo que puede sembrar mucha amargura en su corazón. Para tener un corazón que no se compare lo primero que debe lograr es la paz con usted mismo.
Mucho se nos indica que debemos aceptarnos como somos, sin saber que no nos gusta mucho lo que hay que aceptar. Yo prefiero quedarme con el pensamiento que dice, no es como se comienza sino, como se termina.
No es mío, es del Rey Salomón. El libro de Eclesiastés dice “Mejor es el fin de un asunto, que su comienzo” Y ese es un momento que nos llegará a todos, cuando nuestro día de partir llegue.
Allí si podemos preguntarnos ¿Viví con todas mis fuerzas lo que me tocaba vivir? ¿Fui leal a mis valores, a lo que creía y viví conforme a ello? ¿Logré ser la mejor versión de mi mismo que pude? Todos venimos de escenarios diferentes, de trasfondos diferentes, pero si vamos a comparar nuestro avance por una foto o un título vamos a estancarnos, deseando algo que quizás ni nos corresponda.
Para sobreponerse a la comparación nada mejor que la disciplina de la gratitud. Esta gratitud que nace de reconocer que no lo tenemos todo, pero vamos a dar gracias por lo que tenemos. La gente feliz aspira a cosas, pero no desea nada.
De niños soñábamos con comernos al mundo. En nuestra mente podíamos ser lo que quisiéramos. Hasta el momento que alguien nos enseñó a comprarnos.
Creo que debemos “Desaprender” y potenciar nuestras virtudes, que mucha gente seguro no las tiene, y seguramente muchos otros quizás sí. ¿Canta? ¡Hágalo con el corazón! ¿Trabaja? Hágalo con toda la pasión posible.
No deje que su día se amargue por ver que otro haga las cosas diferentes. Al final, solo uno sabe lo mucho que le ha costado convertirse en la persona que es.
¡Celébrese! ¡Pero también celebre a otros! Eso sí que los sorprenderá.