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miércoles, septiembre 11, 2024

Celoso, según el Diccionario del Diablo

Este día en nuestra consulta de Eureka, tenemos un dato interesante, el Diccionario del Diablo de Ambrose Bierce, publicado por primera vez en octubre de 1906. Es una obra literaria que sigue siendo apreciada por muchos, aún más de un siglo después de su publicación. Para definir algunos conceptos, este libro hace uso del humor, de la ironía y de la sátira, reflejando una calidad de ingenio y de pensamiento crítico alturado.

En lo personal lo recomiendo y uno de los conceptos que siempre ha llamado mi atención es la definición de Celoso, el libro lo conceptualiza así: celoso, es el indebidamente preocupado por conservar, lo que solo se puede perder, cuando no vale la pena conservarlo. Podemos hacer un análisis, desglosando los componentes de esta definición, profundizando desde una perspectiva psicológica.

  1. “Indebidamente preocupado” Esta primera parte de la frase sugiere que la preocupación del celoso es inapropiada, que excede lo que se pudiera considerar como aceptable, común o “normal”. Destaca un desajuste en la intensidad de la preocupación, por algo que no tiene fundamento o no merece tanta atención, lo cual lo puede llevar a un desgaste mental y emocional.

En psicología pudiésemos pensar en el término catastrofización, donde el individuo exagera la importancia de un problema o situación, llevándolo a una ansiedad desproporcionada, es un constructo mental negativo exagerado que se manifiesta durante la experiencia dolorosa real o en forma anticipada. El miedo anticipatorio ante el dolor es una de sus características y es por ello que intenta evitar que algo ocurra, aún cuando quizás no está “completamente” en sus manos evitarlo.

  1. “Por conservar lo que solo se puede perder” En esta parte, se menciona el acto de “conservar” algo que “solo se puede perder cuando ya no lo tienes”. Esta formulación plantea la idea de que el objeto de la preocupación es algo que, en última instancia, está destinado a perderse cuando él o ella lo desee, el concepto culturalmente es efímero, porque cuando una persona decide llegar a la infidelidad, busca por todos lados las excusas perfectas para justificar su acto, echando culpa a la pareja, de que le hizo falta algo en la relación y que por ello falló, que como ser humano se sintió tentado y fue débil, al no tener en su pareja lo que deseaba.

Obviamente en terapia sí consideramos que alguien puede estar vulnerable o propenso a una infidelidad al no tener algunas necesidades cubiertas, pero la responsabilidad de tomar una decisión siempre será de la persona protagonista, no se traslada. Nadie debe aferrarse a algo que tiene un valor cuestionable, nadie debe asumir que en sus manos está el libre albedrio de su pareja, no debemos olvidar que la toma de decisión está presente a pesar de los controles de máxima seguridad, monitoreo o supervisión que pueda ejercer la persona celosa.

  1. “Cuando no vale la pena conservarlo” La última parte de la frase añade una reflexión crítica: el objeto de la preocupación es algo que “no vale la pena conservarlo”, porque simplemente al momento de tomar la decisión de anular el compromiso de la fidelidad, dejó a un lado el valor que el aportaba a la relación.

En psicología, esto se puede vincular con la teoría del valor subjetivo, que sostiene que los individuos asignan valores diferentes a las cosas según su percepción, pero no es necesariamente un valor igual o único a nivel universal, por ejemplo, si una persona siente celos porque su pareja está prestando atención a alguien más, ese sentimiento de celos está relacionado con el valor subjetivo que la persona asigna a dicha relación, este valor puede ser influenciado por factores como la autoestima, la historia personal, las inseguridades y la idealización subjetiva y novelesca de una relación de pareja. Es por ello que la persona celosa, al estar tan enfocada en conservar algo que no tiene un valor significativo, está participando de un engaño autoimpuesto y más cuando es alimentada con promesas de parte de la persona infiel. Además, muchas veces hacemos cuenta del costo y tiempo “invertido” en la relación, pero no pensamos en el costo por pagar si decidimos continuar.

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