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Honduras
viernes, abril 26, 2024

Brillar, pero con luz propia

La Honduras de hoy, lamentablemente dominada por criterios consumistas y demostraciones de egos insuflados, pero todo eso es la misma oscuridad que va sumergiendo cada vez más a un pueblo que está destinado a brillar sin necesidad de ostentar o tirar lodo al prójimo. De niño, uno no repara en la oscuridad hasta cierto punto y a veces uno se preguntaba si allí se escondían los monstruos o si la oscuridad era un monstruo en sí misma.

Hay algo fascinante en la oscuridad, en parte porque crea focos de misterio. En la verdadera oscuridad no se sabe de lo que nos rodea, el entorno, la compañía, incluso la propia persona se vuelve desconocida por un momento. En parte, es por eso que la encontramos tan misteriosa.

Pero a pesar de todo el terror de los monstruos, o cosas que podrían acercarse sigilosamente a nosotros, la oscuridad no es muy poderosa. No importa cuán profunda sea la oscuridad, nunca es capaz de extinguir una luz. Nunca hubo ninguna lucha, cuando la luz propia vuelve a encenderse, donde la oscuridad luchó por mantener su control sobre cada uno. Incluso una sola llama parpadeante domina a la oscuridad que la rodea. De hecho, el único poder que tiene la oscuridad está en el espacio que le otorga la ausencia de luz. Cuando llega la luz, la oscuridad se retira. Podemos ver las cosas como realmente son.

Pero más allá en esa eterna lucha, en la dicotomía luz-oscuridad, nos refiere al bien-mal, se debe identificar en nuestra realidad qué provoca oscuridad, pero no nos referimos a la descrita ya, donde los físicos dirían que es “ausencia de fotones” sino a la oscuridad de los malos pensamientos y malas acciones. En Honduras hay algunas personas que van por delante denunciando la oscuridad de la injusticia, las trampas de quienes están en los puestos altos de decisión en el Estado, y de eso hay miles sino millones de testimonios pero que poca gente se atreve a colocar la lámpara en el techo para que nos alumbre a todos. Prefieren guardarla debajo de una mesa o en el peor de los casos, apagarla.

Estamos invitados a hacer lo mismo, sumarnos a aquellos que elevan su luz, siendo aportadores de paz, de unidad, de consciencia social, de solidaridad, de compartir el pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo sin esperar nada a cambio, cubrir a quien va desnudo y no desentenderse de los propios, de la propia familia. Si empezamos por ahí será una verdadera trasformación de país. No podemos estar esperando, pues, que esa transformación venga desde seres oscuros, seres malvados, con las peores intenciones para la patria, seres que quieren implantar el comunismo o socialismo, eso no va, no camina, no funciona, es oscuridad.

Seamos, pues, seres de luz, solo con atender a quienes no tienen o no pueden. A eso estamos invitados, solo así se puede brillar con luz propia.

EditorialBrillar, pero con luz propia

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