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Honduras
viernes, septiembre 20, 2024

Bailar mientras nos morimos por una picada

A Honduras, país en permanentes crisis, por diversas causas y por los mismos protagonistas, por el dengue, le “toca bailar con la más fea”. Lo vemos a diario en tomas y desalojos callejeros, en la ocupación de edificios estatales y en el desmadre y bailongos, especialmente en los hospitales públicos en los que arman parrandas, como la más reciente en el hospital “San Felipe”, en Tegucigalpa.

Esos bailes en nosocomios públicos o estatales en los que los pacientes en lugar de vivir se mueren, ocurren también mientras en sus casas los más pobres fallecen porque ni siquiera tienen para el pasaje de bus que los lleve a la atención médica que pueda salvar sus vidas.

Eso está pasando y cada vez son más los casos provocados por un animal diminuto de apenas siete milímetros, que parece inofensivo, pero es incómodo y para algunos mortal.

Es la confirmación de que en Honduras la gente se sigue muriendo por la picada de un mosquito, por la indiferencia de su gente y por la negligencia de los responsables de impedir que eso ocurra. Este atacante de origen africano que, se acerca por atrás y ataca especialmente en los tobillos y en los codos mayormente de niños y embarazadas, tiene en jaque el sistema de salud pública, deficiente para atender la demanda por la pandemia de dengue y con poco accionar de la gente a cargo que, reaccionaron tarde y han resultado incapaces para atender y resolver la calamidad sanitaria…137 muertos y más de 109 mil casos, hasta esta semana, dan cuenta del desastre.

En relación con la incidencia de dengue, el 2024 no ha sido aún el peor año para Honduras: ese fue 2019 con 180 muertos y 113 mil enfermos, pero si sigue haciendo poco puede resultar más trágico porque por ahora, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en Centroamérica, Honduras está a la cabeza seguido por Guatemala.

El virus de la hembra Aedes Aegypti tiene cuatro serotipos o variedades: Denv-1, Denv-2, Denv-3 y Den-4. “Si alguien contrae uno de ellos, genera anticuerpos contra ese dengue en concreto y estará protegido unos dos años más para el resto de dengues”, explican en la Organización Mundial de la Salud (OMS); “pero el problema aparece cuando se adquiere un segundo tipo de dengue que es el realmente malo”.

Se trata de una epidemia sobre la que, según la OMS, existe un “claro riesgo de propagación”, pues el dengue es una enfermedad muy difícil, con 48 horas complicadas y exige además un esfuerzo enorme al sistema de salud, pues hay que hacer una vigilancia intensiva y seguir todos los casos porque no se sabe quién se va a complicar.

Esos datos evidencian la magnitud de la crisis ocasionada por el virus de dengue que tienen en jaque a las autoridades sanitarias, quienes han reaccionado tardíamente, en desorden y de forma improvisada para declarar una alerta nacional para controlar y prevenir el accionar de este insecto, uno de tantos que vuelve a suponer un nuevo reto para las naciones donde hace estragos.

En los últimos años, la incidencia y la gravedad de la enfermedad aumentó rápidamente consecuencia de la urbanización, los movimientos rápidos de personas y bienes, las condiciones climáticas favorables y la falta de personal capacitado.

Varias son las razones para que la incidencia de dengue se haya incrementado y la primera es por el cambio climático, porque el aumento de las temperaturas favorece la reproducción de los mosquitos y la multiplicación del virus en el cuerpo de los mosquitos”, explica Raman Velayudhan, jefe de la unidad de control de vectores de enfermedades desatendidas de la OMS.

Además del cambio climático, “tras las restricciones impuestas por la pandemia de Covid, las personas han comenzado a moverse mucho más y llevan con ellas las enfermedades tanto dentro de un país como de un país al otro. Esta movilidad ha favorecido, por ejemplo, la expansión de los distintos serotipos del dengue. En la contención y control de esta pandemia de dengue, por supuesto que las autoridades de salud son los responsables de lo poco que se ha hecho y más si no han realizado nada. No obstante, también es responsable una ciudadanía indolente a la que parece importarle poco lo que ocurre por el dengue y en la que se gastan millones en tratar de educarla para que limpien y aseen donde viven o trabajan y si eso no cambia: “serán muchos Honduras tus muertos”.

Adicionalmente a ese cambio de actitud en la población es necesario también un mayor compromiso de parte de las autoridades para contratar personal especializado, y no parientes que enfermen o contagien su gestión de más nepotismo, y también dotar a los hospitales públicos del equipo y medicinas que ayuden a salvar vidas por dengue y otras enfermedades. Si eso se hace con premura y precisión de cirujano para curar la enfermedad comatosa de la salud pública, la gente lo notará aunque no lo aplauda porque es obligación del funcionario y servidor público atender sus obligaciones y responsabilidades con eficiencia y eficacia.

Solo así, eximida de culpa y satisfecha del deber cumplido a cabalidad, la ministra de Salud podrá relajarse y bailar todo lo que quiera y pueda, desde salsa o cumbias de “Los Ángeles Azules” hasta un tango si le da su regalada gana. Ojalá no le dé por danzar “El Sueñito” porque le dará pereza, y que no sea en los hospitales en donde solo se debe trabajar por la salud. Mejor que en su casa saque chispa y baile “El zancudo loco” de “Los Rebeldes del Swing”… por lo demás nadie le podrá quitar lo bailado.

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