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sábado, julio 12, 2025

Activación de la falla de San Andrés causaría desastres en América Latina

La falla de San Andrés, una de las más temidas del planeta, podría desencadenar un terremoto de proporciones catastróficas que no solo afectaría a California y Baja California, sino que tendría implicaciones para varios países de Latinoamérica.

Con una extensión de más de 1,287 kilómetros, esta falla marca el límite entre las placas tectónicas del Pacífico y Norteamérica y es conocida por su capacidad de generar movimientos telúricos devastadores.

Los expertos han advertido durante años sobre “The Big One”, un terremoto esperado con una magnitud superior a 8 en la escala de momento sísmico.

Este evento, que podría durar entre tres a cinco minutos, causaría una ola de destrucción en ciudades clave como Los Ángeles, Santa Bárbara y Bakersfield. Las ondas sísmicas quedarían atrapadas en zonas densamente pobladas, multiplicando su impacto.

Aunque el epicentro estaría en Estados Unidos, las consecuencias podrían extenderse a otras regiones debido a la interconexión de las redes de fallas tectónicas.

Ciudades como Ciudad de México, Bogotá, Lima y Santiago de Chile, ya propensas a movimientos sísmicos por su ubicación en el Cinturón de Fuego del Pacífico, también podrían verse afectadas indirectamente por un evento de esta magnitud.

En la Ciudad de México, por ejemplo, la composición blanda del suelo podría amplificar las ondas sísmicas, como ha ocurrido en terremotos anteriores.

En Bogotá, aunque la falla no pasa directamente, se teme que la liberación de energía impacte otras fallas cercanas. Lima y Santiago, al estar ubicadas en zonas sísmicamente activas, también deben mantenerse en alerta ante cualquier reactivación sísmica regional.

De acuerdo con el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS), hay un 7% de probabilidad de que un sismo de magnitud 8 o más se produzca en los próximos 30 años en esta falla.

Impacto si se activará la Falla de San Andrés

El impacto estimado podría superar los 1,800 muertos y 50,000 heridos, además de pérdidas materiales que rondarían los 289 mil millones de dólares, según la empresa CoreLogic.

Los efectos de este megaterremoto serían múltiples: interrupciones en servicios básicos, incendios por roturas en líneas de gas, derrumbes de viviendas antiguas y daños masivos en infraestructuras críticas.

Algunos científicos creen que el temblor podría propagarse a lo largo de toda la falla, desde California hasta el norte de México, dependiendo de la magnitud.

Ante este panorama, los especialistas insisten en la necesidad de reforzar las políticas de prevención sísmica en todo el continente.

La construcción de infraestructuras resistentes, la educación de la población y la implementación de sistemas de alerta temprana son medidas clave para mitigar los posibles efectos de una catástrofe de tal escala.

En última instancia, aunque no se puede predecir con exactitud cuándo ocurrirá “The Big One”, la comunidad científica coincide en que es solo cuestión de tiempo.

La preparación, tanto en Estados Unidos como en los países latinoamericanos potencialmente afectados, será fundamental para enfrentar las consecuencias de un evento natural que podría cambiar el panorama geológico del continente.

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