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jueves, septiembre 19, 2024

¿A SOPLIDOS?

Como no se trata de sacarlo –ni lo quiera la Virgen– menos obligarlo a soltar el poder, el trío de negociadores, carente de creatividad, baraja un rosario de ocurrencias, a cuál más ilusa. Hasta donde le alcanza el ingenio, el colombiano aboga por una salida a la colombiana.

Un arreglo -sugiere– parecido al Pacto del Frente Nacional en que los partidos conservador y liberal decidieron acabar con el conflicto armado que estalla tras el asesinato del carismático líder liberal y magnífico orador, Jorge Eliécer Gaitán, en 1948.

En medio de los caóticos bochinches, el general Gustavo Rojas Pinilla toma el poder. Al inicio apoyado tanto por liberales y conservadores, pierde legitimidad debido a la represión política y la censura, hasta que cae, derrocado por un movimiento cívico-militar.

Ambos partidos con el ánimo de restaurar la democracia, acuerdan –y para ello realizan reformas constitucionales– la alternancia en el poder, cada cuatro años, con la repartición (mitad y mitad) de la administración pública, como la paridad del Congreso, independientemente de los resultados electorales.

Solo que la distribución genera “la alienación de sectores importantes, alimenta el surgimiento de guerrillas comunistas y otros grupos insurgentes, conduce a la creación de un Estado burocrático y clientelista y fomenta la corrupción y la ineficiencia”.

El tal Pacto de Frente Nacional –que Petro quiere para los venezolanos, terminó siendo visto como antidemocrático– fue causante de muchos de los problemas políticos y sociales que afectaron la vida de los colombianos en las décadas siguientes. El brasileño –igual– corto de creatividad, lo que sugiere es repetir las elecciones.

Ya con observancia internacional imparcial, vaya ingenuidad –cuando la autocracia ni siquiera acepta el parecer de expertos de la ONU, ni del Centro Carter (que aquello fue una farsa para quedarse con el poder a la brava) únicos observadores no alienados que invitaron– y con un nuevo ente electoral, como si la tiranía vaya, complaciente, a querer soltar el hatajo de secuaces que tiene.

Y el “no injerencista”, mexicano que, como las campanas, repica hoy, dizque él no se mete, y mañana dobla a conveniencia, metiendo la cuchara, se manifiesta en contra de nuevas elecciones. Pero no por ninguna otra cosa que favorezca la veracidad del resultado electoral, sino para que las cosas queden, así como están.

Ello es que la autocracia eternice, ganando oxígeno en diálogos dilatorios sin ceder un milímetro de nada –reprimiendo, encarcelando, asesinando venezolanos indefensos, sofocando las protestas– hasta que el amable público se aburra, “la preocupada comunidad internacional” se canse y decida ver hacia otro lado, ya que él, también, en México va rumbo a dejar chiquita la dorada época del PRI de la “dictadura perfecta”, incubando –valiéndose de la mayoría absoluta de Morena en el Congreso para aprobar reformas constitucionales que sometan el Poder Judicial y el ente electoral al control del Ejecutivo– otro “Leviatán de Leviatanes”.

Ah, y el trío, para complacer a la tiranía, propone que la negociación sea entre Edmundo González, que ganó, con el autócrata que perdió, dejando por fuera a la líder emblemática de la oposición. Menos mal que María Corina Machado no es boca abierta.

No van a caer en la misma trampa de otros diálogos fracasados, cuando el régimen ganaba tiempo mientras conseguía dividir la oposición.

A la saconeada de ir a otras elecciones respondió: “Bueno, yo les pregunto a ustedes, ¿una segunda elección, y si no les gustan los resultados, vamos a una tercera, a una cuarta, a una quinta hasta que le gusten los resultados a Maduro?” “¿Aceptarían eso en sus países, si un resultado no es satisfactorio para alguien, entonces, se repiten las elecciones?”.

“Nosotros fuimos a una elección con las reglas de la tiranía”. “Mucha gente nos dijo que estábamos locos, que nos estábamos arriesgando, que iba a haber un fraude monumental, que no íbamos a poder probar”.

“Nosotros confiamos en la ciudadanía, y hubo gente que arriesgó su vida, su hogar y su familia, y otros fueron asesinados, o están presos, escondidos, o han tenido que huir del país”.

“Plantear desconocer lo ocurrido el 28 de julio es una falta de respeto a los venezolanos que han dado todo, que expresaron la soberanía popular”.

“La soberanía popular se respeta, y las elecciones ya ocurrieron”. (¿Supiste –tercia el Sisimite– que de la Casa Blanca aclararon que el imperio no apoya ir a nuevas elecciones? ¿Y varios de los países de la región como del otro lado del charco, aprovechando la toma de posesión en República Dominicana, firmaron una declaración conjunta? -Sí, un pronunciamiento –responde Winston– un poco más enfático, aunque con comunicados ¿crees que van a sacar al insustituible? -Igual, la OEA –agrega el Sisimite– salió con una resolución por consenso, exigiendo que el CNE publique las actas. -Sí claro –asiente Winston– cuando San Juan bajó el dedo. ¿No te parecería mejor, para abonar a esas propuestas de los ilusos, que se pongan de acuerdo todos y soplan fuerte al mismo tiempo; quizás a soplidos lo boten?)

Editorial¿A SOPLIDOS?

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