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Honduras
jueves, mayo 8, 2025

Volvamos a las prioridades

Los gobernantes hondureños siguen mal encuadrados y desenfocados de la imagen que deben observar. Desde siempre, con los arreglos post independencia con Guatemala y El Salvador, sabiendo que “se puede”, la tónica ha continuado hasta nuestros días y la paciencia del pueblo, da miedo decirlo, da la impresión que se está agotando, dejando a la población a merced de los delincuentes, de las enfermedades y de la ignorancia, agudizándose estos tres aspectos en la presente administración. Alguien tiene que decirlo, sino las piedras hablarán. No estamos en duda que para gobernar se requiera de algún mueble, oficina para las reuniones pertinentes equipada con lo necesario, pero el gasto de 460 millones de lempira, sumado al gasto de otros reacondicionamientos y reacomodos en la sede del Gobierno deja mucho que desear y mucho que reprochar a la presidente de Zelaya por semejante derroche mientras en las calles el pueblo se somete a la delincuencia por no estar operativas las cámaras del 911 y solo se tenga una cobertura policial del 50 por ciento.

Terrible desperdicio de dinero cuando en los hospitales no se tiene el suficiente abastecimiento de medicamentos según las denuncias de las personas que trabajan allí y de los mismos pacientes, muy al contrario de lo que manifiesta de manera arrogante –culpando incluso a los periodistas de esto- el titular de Salud. Son miles de escuelas que requieren de lo mínimo para funcionar, pero se prefiere destinar recursos para comprar cortinas, alfombras y pintura. Dicen que las comparaciones son odiosas, pero, en la presente semana, en un país vecino se recibió una donación de alimentos y fertilizantes y los protocolos se realizaron dentro de una bodega, sí, junto a las donaciones, allí llevó el presidente de ese país a los dignatarios, diplomáticos del país donante para dar las gracias en nombre de su pueblo sin necesidad de ir a un lugar de lujo, un hotel o sitio parecido, ¡se hizo en una bodega!

Resulta surreal que se les niegue algo de dinero a los pobladores para construir una carretera, un puente –como el caso de El Manacal-, una clínica o un par de aulas y se les diga en la cara, como si se restregase un pastel en una película cómica de antaño, que no hay dinero. Eso solo a nivel del Ejecutivo, pero ¿y las prebendas y sueldos en el Poder Legislativo?, es la de no acabar, como si viviéramos en un país del primer mundo, así se sienten en esos puestos de los cuales, con un pueblo pensante y que sabe cuestionar, siempre y cuando sea en el marco del respeto y la ley, esos mismos asientos se pueden llegar a convertir como que se posaron en un hormiguero o una hoguera por los compromisos que se tienen y lo que no se cumplen y más bien se usufructúan de ellos, deviniendo en responsabilidades que, incluso a algunos hoy, les haga hundir la cabeza entre los hombros por la vergüenza –como tortuga- y la herencia de una picardía señalada sobre sus propios descendientes y el apellido.

Necesitamos cubrir las prioridades, el país ya está en llamas y eso puede hacer saltar chispas en cualquier dirección y es muy peligroso, ¿o no se han dado cuenta?

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