A propósito de un editorial anterior, ya que la paráfrasis de las “Redondillas” de Sor Juana Inés de la Cruz despertó inusitado interés entre los lectores del colectivo, y hasta seguimiento periodístico, a Winston y el Sisimite, les pegó la musa y pluma y papel en mano, se pusieron a hilvanar otras alborotadas estrofas. ¿VIENTOS?: “¿Reflexión? ¿De qué manera/ si en vez de mediar disculpa/ cómo no hay que tirar la primera/ piedra, nadie tiene la culpa?/ ¿No os veis ninguna necedad/ en exacerbar la inflamación/ sin noción de la gravedad;/ o bálsamo a la hinchazón?/ Si quién desde su molino,/ excita el furioso viento,/ no se asuste del remolino,/ si lo arrastra el ciclón violento./ ¿Y qué gana la nación/ si en lugar de dar sosiego,/ sin mirar la dirección/ cada cual lanza su fuego?/ ¿Y pretendéis dar lección/ republicana, a quien la historia/ conoce su invariable posición,/ cómo si no hubiese memoria?/ ¿Qué os da afán de enseñar/ el valor de la democracia/ a quien la construye sin vacilar/ paso a paso, verbigracia?/”
“¿No valoráis que el equilibrio/ salva la institucionalidad?/ ¿Intentar inclinarlo, ¡qué delirio!/ más bien, nociva necedad?/ No es el punto a discernir/ si se cantea por alguno;/ es: ¿seguirá el buen seguir/ el dilema más oportuno?/ ¿Seguirá firme el andén/ donde el bien halla su asiento?/ ¿De la patria y su sostén/ seguirá firme el sustento?/ La ley no es cosa a capricho/ es solemne compromiso;/ necio, ponerla en entredicho,/ o atarla a interés sumiso./ ¿Qué interés mueve el castigo/ al que equilibra la balanza,/ evitando el mayor peligro/ si su peso da esperanza?/ No es cuestión de extremo o centro,/ sino de honor sin fractura:/ solo si es eje —no invento—/ que la imparcialidad perdura./ ¿Por qué hostigar la mesura/ que sostiene la solvencia,/ no debe ir tras la fisura/ la crítica, hecha a conciencia?/ ¿Por qué anhelar el quebranto/ del que imparcial se ha mostrado,/ si el país halla su encanto/ en que no esté matriculado?/ Más valor tiene el sostén/ que se niega a ser torcido,/ el país no halla su bien/ sin simetría al bien querido./ Nadie gana de azuzar la hoguera/ o escarbar tierra al abismo;/ orientar no es oficio de cualquiera,/ es función de ético periodismo./ Como aquí lo hay, no hay duda./ Para que no se asuma entredicho,/ ni ariscarse de la verdad cruda/ ni encontrarse en lo que no se ha dicho./ Reflexión, el pueblo implora/ voluntad de sanación,/ no ayer, ni mañana, ahora:/ compromiso de curación./ La elección que el país ansía/ es deseo del corazón,/ más allá de una poesía/ o trofeo de una facción./ No culpéis a nadie de tu mora/ con el pueblo y la nación/ más que de cizaña, la radiante aurora/ exige de buena orientación./ Si por falta de amor cristiano/ el remolino os devora,/ la culpa es del mismo arcano/ que os hizo olvidar la hora.” (Fin de las redondillas).
(Pues bien –entra el Sisimite—qué halago ¿supiste que nos dedicaron un foro completo? ¿Aunque no se si te enteraste cómo fue que algunos entendieron unas redondillas anteriores alusivas a los “políticos necios”? -¿Y es que acaso se menciona a alguien –se rasca la cabeza Winston—si más bien, en forma generalizada, los versos bosquejan la triste realidad política que atraviesa el país. Y los versos aluden a los políticos, entendido que se refiere a las herrumbradas mentalidades de las mismas mañas, complejos, y prejuicios de antaño. Y hablando de algunas comparecencias –vuelve el Sisimite – en otra columna, igual, intentando elevar el nivel del discurso y del debate público, lamentábamos cómo ha cambiado el contexto de la polémica política. Antes se requería empaque intelectual, algún mediano respeto, alguna solvencia, alguna lucha ejemplar, para terciar. -Insólito – asiente Winston– dando cátedra de política, pero no de la política ética que ocupa el país para construir, para avanzar, no para retroceder a los mismos torcidos resabios que tanto daño han causado. Que mucho pesan sobre la adolorida espalda del sufrido pueblo hondureño.)