Estoy seguro de que usted conoce algún negocio en su colonia que empezó con fuerza, pero con el tiempo, se estancó o incluso cerró. Puede haber sido una pulpería, un taller de mecánica, una tienda de ropa o un pequeño comedor. A veces, la falta de clientes es el problema, pero en muchos casos, lo que realmente sucede es que el negocio no supo adaptarse a los cambios.
Y en la actualidad, uno de los cambios más grandes y decisivos es la tecnología. Muchos pequeños negocios en Honduras siguen operando como hace 20 años: sin redes sociales, sin métodos de pago electrónicos, sin registros contables organizados y con clientes limitados a quienes pasan por el barrio.
La falta de digitalización no es solo un problema de las grandes empresas; afecta a todos, desde el emprendedor que vende comida desde su casa hasta el dueño de una barbería o un taller de costura. Quedarse fuera de la tecnología significa perder oportunidades de crecer, vender más y competir en un mercado que ya no funciona solo con el voz a voz.
Algunos piensan que la digitalización es solo para grandes empresas, pero no es así. Hoy en día, herramientas como WhatsApp Business, Facebook Marketplace, métodos de pago digitales y aplicaciones de contabilidad están al alcance de cualquier negocio, incluso aquellos que aún operan de manera informal. Sin embargo, muchos emprendedores evitan estos cambios por miedo a la tecnología, por desconocimiento o porque creen que es caro.
Pero, ¿se ha preguntado cuánto cuesta no adaptarse? No ofrecer pagos digitales puede hacer que un cliente que no lleva efectivo se vaya a otro negocio. No tener presencia en redes sociales significa que su competencia, aunque venda lo mismo, atraerá más clientes simplemente por ser visible. No llevar registros contables puede hacer que un negocio no sepa si está ganando o perdiendo dinero.
Esos errores no solo afectan la eficiencia, sino que pueden significar la diferencia entre mantenerse a flote o cerrar. La tecnología no tiene que ser algo complicado ni costoso. Un negocio familiar puede empezar con acciones simples: abrir una página en Facebook, tomar pedidos por WhatsApp, aceptar pagos con transferencias bancarias o billeteras digitales.
Un taller de carpintería puede mostrar sus productos en Instagram. Un negocio de comida puede ofrecer entregas a domicilio usando aplicaciones de mensajería. Lo importante no es hacer todo de golpe, sino comenzar con pequeños cambios que faciliten las ventas y la gestión del negocio.
Es cierto que muchos negocios pequeños priorizan pagar el alquiler, comprar materia prima o cubrir sueldos antes de invertir en tecnología. Pero en la mayoría de los casos, la digitalización no es un gasto, sino una inversión que permite vender más y trabajar mejor. No se trata de elegir entre mantener lo básico o modernizarse, sino de encontrar maneras de hacer ambas cosas al mismo tiempo.
Para que más emprendedores puedan aprovechar la tecnología, es necesario que existan programas de apoyo enfocados en negocios pequeños e incluso informales. No basta con que el gobierno y las empresas hablen de digitalización si no se ofrecen soluciones concretas y accesibles.
Talleres gratuitos sobre redes sociales, asesorías para vender en línea o programas de financiamiento para pequeñas mejoras tecnológicas podrían marcar una gran diferencia. Mi propuesta para los emprendedores va más allá de la presencia en redes y requiere trabajar de forma colaborativa con otros negocios de la colonia o la zona. Al unir fuerzas, es posible crear plataformas conjuntas, compartir gastos de marketing digital y ampliar la oferta de productos y servicios.
Por ejemplo, un grupo de pequeños comercios puede diseñar catálogos integrados en línea, coordinar entregas a domicilio en rutas que optimicen tiempo y costos, y negociar con proveedores de software o pasarelas de pago bajo condiciones más favorables. Además, esta colaboración fomenta el intercambio de experiencias y conocimientos, acelerando la adopción de herramientas tecnológicas que fortalezcan la competitividad de cada negocio involucrado.
La tecnología no es solo para las grandes empresas; está ahí para ayudar a cualquiera que quiera hacer crecer su negocio, sin importar su tamaño. Si usted tiene un emprendimiento, un negocio familiar o está en proceso de formalización, este es el momento de dar el paso. No espere a que la competencia lo haga primero. La oportunidad está ahí, y aprovecharla depende de usted.