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domingo, mayo 4, 2025

¿Proyección psicológica?

“ESTA actitud—escribe una especialista en medicina del colectivo– se conoce como proyección psicológica y es un mecanismo de defensa utilizado por algunas personas para lidiar con sus propias emociones y conflictos internos”.

“Al proyectar sus inseguridades, miedos o frustraciones en los demás, estas personas intentan evitar enfrentar sus propios problemas y sentirse mejor consigo mismos al colocar la responsabilidad en otros.”

“Las personas que tienden a proyectar su propia identidad suelen ser poco conscientes de sus emociones y pensamientos inherentes, lo que puede dificultarles reconocer y abordar sus problemas de manera saludable.”

“Es probable que estas personas— cuando critican o atacan gente honorable—estén achacándoles lo que les molesta de sí mismos. Es una forma de esquivar sus propias insuficiencias, desviándolas para sentirse superiores o más seguros.” Alusivo a estos conceptos del editorial:

(“Es común—por ejemplo—que aquellos con falta de integridad, no pueden concebir que otros actúen de manera auténtica y digna, pues sus propias taras les impiden ver más allá de sí mismos”.

La psicología explica lo anterior como una proyección de sus propios complejos; o sea atribuir a otros, a los demás, el trastorno interno que ellos padecen.

”La proyección psicológica consiste en que las personas que carecen de integridad a menudo no pueden imaginar que otros actúen con principios, pues están atrapadas en su propia falta de autenticidad y dignidad, y proyectan esa misma falta en el mundo exterior.”

Aunque también, “ese nocivo resabio de endosar a gente íntegra y honorable lo ruin de su padecimiento interno, especulando que las actuaciones de fulano son controladas por zutano u obedeciendo a mengano, bien podría encajar en otro tipo de trastorno relacionado con “creencias paranoides”.

“Es un tipo de trastorno delirante en que la persona cree que las acciones, pensamientos o comportamientos de otras personas están siendo controlados o manipulados por fuerzas externas, como «patrones» o «autoridades» que dictan sus decisiones”.)

Esta proyección—opinan los especialistas– podría ser una manifestación de un complejo de inferioridad, o un sentimiento profundo de falta de autonomía y control personal.”

“La persona podría sentir que no es capaz de tomar decisiones por sí misma o que su vida está dirigida por factores externos, y en lugar de enfrentar este sentimiento interno, lo proyecta en los demás, interpretando sus acciones como si también estuvieran bajo el control de una autoridad externa.”

“Además—continua el diagnóstico clínico– esta mentalidad podría estar relacionada con experiencias tempranas o patrones familiares en los que la figura de la autoridad (como un padre controlador o una figura de poder en su entorno) ejercía un control significativo sobre la persona.”

“Como resultado, esta persona podría haber internalizado una visión del mundo donde las personas no actúan de manera independiente, sino siempre bajo la influencia de alguien más poderoso o controlador.”

“Y esos antecedentes—indaga otro lector del colectivo—no han de estar limitadas a las sociedades feudales”. Alusivo a la conversación de cierre: (“La visión de que la vida de alguien—en las sociedades feudales de la edad media, que establecieron relaciones de vasallaje y servidumbre, donde los siervos estaban obligados a trabajar para sus señores feudales–podía estar completamente bajo el control de otro, persistió durante siglos”. -Y todavía—interrumpe el Sisimite— aflora en la mentalidad de acomplejados que nunca superaron sesgos sectarios en su comprensión de las relaciones humanas. ¿Y a quienes se te ocurre— pregunta Winston—que este análisis de los traumas, los trastornos y los complejos, les queda como traje hecho a medida?) (Pues—entra el Sisimite—también como antecedente de esos atavicos complejos, “en civilizaciones como la Mesopotámica y la Egipcia, la servidumbre y la esclavitud eran instituciones establecidas.” Y en el Código de Hammurabi—interviene Winson– y otras leyes de la antigua Babilonia, había reglas explícitas sobre la propiedad y los derechos de los amos sobre sus esclavos”. O sea— interrumpe el Sisimite—otro retroceso. El retorno de los retrógados. Es que—agrega Winston—no son resabios a flor de piel, son como espinas incrustadas en el ADN.

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