Charlotte Holmes, una mujer estadounidense de 68 años, ha causado asombro en miles de personas al compartir la vivencia espiritual que experimentó tras ser declarada clínicamente muerta durante 11 minutos.
El caso, ocurrido en 2020 y recientemente divulgado a través del programa cristiano The 700 Club, ha reavivado el debate sobre las experiencias cercanas a la muerte y el más allá.
Holmes relata que todo comenzó cuando acudió a un chequeo médico de rutina, pero su presión arterial se disparó alarmantemente a 234/134, lo que llevó a su cardiólogo a hospitalizarla de inmediato ante el riesgo de un infarto o derrame cerebral, condiciones que ya había sufrido anteriormente.
Durante un momento crítico, mientras los médicos intentaban estabilizarla, Charlotte asegura haber salido de su cuerpo.
“Me vi acostada en la camilla, rodeada de enfermeras y médicos. Podía oler las flores más hermosas que jamás haya olido y escuché música celestial”, relató.
Su esposo, Danny, recuerda cómo ella comenzó a hablar de flores mientras aún estaba inconsciente, lo que lo hizo sospechar que su alma estaba en otro plano.
Un vistazo al cielo… y al infierno
Charlotte afirma que fue llevada a un lugar que, sin duda, identificó como el cielo. “Vi árboles, césped, y todo se mecía con la música. Todo adoraba a Dios. Allí no existe el miedo, solo una profunda alegría”.
En medio de esa experiencia, asegura haber visto a familiares fallecidos, quienes se mostraban sanos y jóvenes, y también a un niño que no reconoció. Según cuenta, escuchó a Dios decirle: “Es tu hijo”, en referencia a un embarazo que había perdido hace 48 años.
“No hay tiempo en el cielo”, explicó, “es eternidad. Los bebés que pierdes siguen creciendo allá. Era un niño hermoso, y pude sentir que él sabía quién era yo”.
La experiencia no fue solo de paz y reencuentro. Charlotte afirma que Dios también le mostró el infierno.
“Era oscuro, olía a carne podrida. Escuché gritos. Sentí un dolor indescriptible, una tristeza inmensa. Dios me dijo que debía advertirle a las personas que, si no cambian su vida, ese sería su destino eterno”.
Una segunda oportunidad y una misión de vida
Después de esa visión, Charlotte sintió que su cuerpo físico la “atraía de nuevo”. Abrió los ojos en la habitación del hospital, dejando atónitos a los médicos que ya la habían declarado clínicamente muerta.
Fue dada de alta días después y, desde entonces, ha asumido su experiencia como una misión divina.
“Tengo que compartir esto. Dios me pidió que lo hiciera. La gente necesita esperanza. Quieren saber que hay algo más allá, que todo estará bien. Y yo sé que lo está”, asegura Charlotte, quien junto a su esposo dedica su vida a difundir su historia y acercar a otros a la fe.
Hoy, con 73 años, Charlotte Holmes continúa compartiendo su testimonio en iglesias, medios cristianos y encuentros espirituales.
Su relato ha conmovido a miles, reforzando la fe de muchos y generando reflexión en otros.