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sábado, mayo 3, 2025

Mientras tomaba una foto, el mar la golpeó, la arrastró y la dejó al borde de la muerte

Lo que comenzó como una tarde de reencuentro y amor frente al mar terminó en tragedia para la colombiana Diana Echeverry Torroledo, de 35 años.

El pasado 28 de marzo, mientras posaba sonriente para unas fotos tomadas por su novio al atardecer en la playa South Mission Beach de San Diego, una ola gigante los arrastró violentamente, dejando a ambos heridos y a Diana al borde de la muerte.

Echeverry, oriunda de Bogotá y radicada desde hace una década en Estados Unidos, se encontraba de visita en la ciudad californiana para compartir unos días con su pareja.

Trabajaba como maquilladora profesional en Nueva York, colaborando con marcas de renombre como Dior y Puma, y participaba frecuentemente en las semanas de la moda de ciudades como París, Milán y Miami.

Pero aquella tarde, la fuerza del océano cambió el rumbo de su vida. Según testigos y el testimonio de su hermana Carolina, Diana fue golpeada brutalmente contra las rocas, quedando inconsciente y con múltiples heridas.

Su pareja, Ali Aghdaei, logró reincorporarse con dificultad tras el impacto —con dientes perdidos y una mano fracturada— y emprendió una búsqueda desesperada hasta dar con el cuerpo semidesnudo de Diana, atrapado entre las piedras.

“Cuando él vuelve a buscarla, ella ya no estaba. Imagine la angustia que tuvo al pensar que el mar se la había llevado”, relató Carolina Echeverry al diario EL TIEMPO. En realidad, otra ola la había hundido más entre las rocas.

El rescate tampoco fue sencillo. Aunque los guardacostas y rescatistas acudieron con rapidez, una segunda ola de gran tamaño también los arrastró a ellos, hiriéndolos al golpear las rocas.

Diana fue hallada inconsciente y trasladada en helicóptero a un hospital, donde ingresó en estado crítico con hipotermia, múltiples fracturas, hemorragia cerebral y un puntaje en la escala de coma de Glasgow entre 3 y 8.

Milagrosamente, sobrevivió. Tras tres días en coma y cinco semanas en recuperación, ha logrado hablar y comer, pero aún enfrenta graves secuelas cognitivas, de movilidad y memoria.

Su hermana Carolina viajó desde Bogotá para acompañarla, dejando atrás su vida en Colombia.

Diana tuvo que abandonar su residencia en Nueva Jersey y permanece ahora en San Diego, donde iniciará una larga rehabilitación.

“Está viva, es lo más importante. Pero el camino será lento y costoso”, señaló Carolina, quien también denunció la falta de apoyo del Consulado de Colombia para extender su visa o facilitar la entrada de sus padres por razones humanitarias.

Mientras la familia espera que el seguro médico de Diana cubra los altos costos del tratamiento, amigos y conocidos han iniciado una campaña de recolección de fondos a través de la plataforma GoFundMe.

Hoy, Diana se aferra a la vida desde una silla de ruedas, contemplando el mismo océano que la golpeó y casi la arrebata.

Su historia es un llamado a la precaución ante la fuerza impredecible del mar, pero también un testimonio de lucha, esperanza y resiliencia.

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