CONCURRIENDO con la racha espiritual en esta columna editorial, el filósofo del colectivo –como aquí no hay qué no lo asocien con los grupos políticos de ahora– le preguntaba a Winston y al Sisimite si sabían algo sobre los fariseos, los saduceos, los esenios y los zelotes. Y por supuesto, los mitológicos personajes de las conversaciones de cierre de los editoriales –asistidos de la IA y del diccionario teológico–ofrecen un repaso de las principales sectas o grupos religiosos judíos durante el período del Segundo Templo de Jerusalén (siglos II a. C. – I d. C.):
“Los fariseos defendían la interpretación oral de la Torá (Ley escrita) junto a las tradiciones. Creían en la resurrección de los muertos, los ángeles y la providencia divina. Ejercían influencia en las sinagogas. Tras la destrucción del Templo (70 d. C.), su tradición evolucionó en el “judaísmo rabínico”. Aparecen frecuentemente en el Nuevo Testamento sosteniendo debates con Jesús”.
“Los saduceos constituían el grupo aristocrático y sacerdotal, vinculado al Templo de Jerusalén. Rechazaban la resurrección, los ángeles y la tradición oral, basándose solo en la Torá escrita. Colaboraban con el poder romano para mantener su estatus. Se extinguieron tras la destrucción del Templo en el año 70 d. C.”. “Los esenios se asocian a las comunidades “ascéticas y apocalípticas”, alejadas de las ciudades. Practicaban el celibato, la pureza ritual y compartían bienes. Creían en un inminente juicio divino contra la corrupción religiosa. Se les asocia con los “Manuscritos del Mar Muerto” (hallados en Qumrán)”. “Los zelotes fueron un movimiento revolucionario y nacionalista que rechazaba el dominio romano. Promovían la resistencia armada (como ejemplo la “Gran Revuelta Judía”, 66-73 d. C.). Su ala radical, los “Sicarios”, usaba tácticas de terror (puñales ocultos, asesinatos)”. “Hubo otros grupos menores, los herodianos, aliados políticos de Herodes y Roma y los samaritanos, una comunidad separada, adoraban en el monte Guerizín y solo aceptaban el Pentateuco”. “Estas sectas reflejaban las tensiones religiosas, políticas y sociales de la Judea bajo dominio romano”. Ya que el filósofo –en broma y en serio– (los lectores son libres de hacer sus propias divagaciones asociando algunas de esas sectas con grupos políticos de la actualidad) se interesó más por los esenios, profundicemos entonces.
“La teoría de que Jesús fue esenio popularizada en libros modernos (El enigma sagrado, El código da Vinci), carece de base histórica. No hay menciones explícitas en los evangelios que los esenios hayan tenido relación directa con Jesús. Los textos del Nuevo Testamento no nombran a los esenios, a diferencia de fariseos y saduceos. No hay pruebas de que Jesús perteneciera a los esenios; su contexto religioso fue el judaísmo popular de Galilea, no los círculos sectarios de Qumrán”.
“Los esenios y el cristianismo primitivo, ambos esperaban un “reino de Dios” y practicaban el bautismo, pero los esenios eran exclusivistas y legalistas, mientras el cristianismo se abrió a todos los pueblos”. Sus textos esperaban a un “Mesías guerrero y sacerdotal”, no a un Mesías crucificado. Las coincidencias son temáticas, no directas”.
(Has de saber –entra el Sisimite– que los Manuscritos del Mar Muerto (entre 1947 y 1956, se hallaron más de 900 textos en cuevas cerca de Qumrán, escritos entre el siglo II a. C. y el I d. C.) son clave para entender las “raíces judías” del cristianismo. Pues bien –ilustra el Sisimite–los fariseos criticaban a Jesús por sanar en sábado, compartir con pecadores y cuestionar sus interpretaciones legalistas (ejemplo: Marcos 7:1-13). Jesús denunció su hipocresía y énfasis en rituales sobre la justicia y misericordia (Mateo 23:23-28). Los saduceos, podría decirse que representaban la oligarquía ya que eran la élite sacerdotal vinculada al Templo de Jerusalén, aliados políticos de Roma. Negaban la resurrección y el mundo espiritual (Hechos 23:8), lo que Jesús confrontó (Mateo 22:23-33). Su poder dependía del orden romano, por lo que veían a Jesús como amenaza (ejemplo: Juan 11:47-48).
Y los zelotes –interrumpe el Sisimite– nacionalistas radicales que buscaban derrocar a Roma con violencia. Aunque Jesús tuvo discípulos cercanos a este grupo (digamos, Simón el Zelote), rechazó la vía armada y promovió un reino “no de este mundo” (Juan 18:36). Jesús desafió a los fariseos en lo religioso, a los saduceos (oligarcas) en lo teológico-político, y a los zelotes en lo ideológico, proponiendo una transformación espiritual y ética sobre el poder”.
-¿Supiste –ironiza Winston– del chat de las sectas con Jesús en el “guasap”?: Fariseos: “¡Deja de sanar en sábado, hay normas!” Saduceos: “Y deja de hablar de resurrección, ¡eso no existe!” Zelotes: “Hermano, si le das una espada a Pedro, ¡úsala!” “Jesús, deja el grupo, pero antes, en su estado, coloca una de sus parábolas: “El trigo y la cizaña” (Mateo 13:24-30), Jesús enseña que el bien y el mal coexisten hasta el juicio final. Fariseos, “sembrando cizaña; dejad que los jardines sembrados por Dios, se multipliquen en la buena cosecha para la humanidad”. Saduceos, “el Reino no es un negocio del Templo, ¡sino una cosecha divina!”. Zelotes, “Enfunden las espadas; la siega la harán “ángeles”, no guerrilleros”. “Mi reino no es de este mundo”).