La afirmación parece sacada de una teoría conspirativa, pero tiene respaldo científico: según investigaciones recientes, ningún ser humano ha salido completamente de la atmósfera terrestre.
Incluso las misiones que llegaron a la Luna habrían permanecido, técnicamente, dentro de una envoltura atmosférica invisible: la geocorona, una tenue nube de átomos de hidrógeno que se extiende hasta unos 629.000 kilómetros de la Tierra.
Este fenómeno fue redescubierto en 2019 a través de un estudio realizado con datos del Observatorio Solar y Heliosférico (SOHO), un proyecto conjunto entre la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA).
Los investigadores revelaron que la geocorona, antes considerada poco significativa, se expande mucho más allá de la órbita lunar.
«La Luna vuela a través de la atmósfera terrestre», explicó Igor Baliukin, del Instituto de Investigación Espacial de Rusia y autor principal del estudio. “No éramos conscientes de ello hasta que desempolvamos las observaciones realizadas hace más de dos décadas”.
La atmósfera no termina, se disuelve
Contrario a la imagen escolar de una atmósfera claramente delimitada, los científicos explican que no existe un “borde” real entre la Tierra y el espacio.
La atmósfera terrestre se diluye progresivamente hasta fusionarse con el vacío interplanetario. Si bien la línea de Kármán, a 100 km de altitud, es una referencia práctica para definir el límite entre la atmósfera y el espacio, su uso es convencional, no absoluto.
“La atmósfera no se detiene donde comienza el cielo negro”, indica Doug Rowland, experto en heliofísica de la NASA. “Sigue hacia arriba, siendo cada vez más tenue. Incluso la Estación Espacial Internacional necesita reimpulsos porque la fricción con el aire, aunque mínima, todavía existe”.
La geocorona: aire en el vacío
Aunque la geocorona es casi imperceptible —apenas 0,2 átomos de hidrógeno por centímetro cúbico en la órbita lunar—, su existencia redefine los límites de nuestra atmósfera.
Incluso la fotografía de la geocorona capturada desde la Luna por la misión Apolo 16 en 1972 cobra hoy un nuevo significado: no era una imagen del cielo lejano, sino del entorno atmosférico en el que aún estaban inmersos los astronautas.
“En aquella época, no sabían que estaban dentro de la atmósfera terrestre”, afirmó el investigador Jean-Loup Bertaux, coautor del estudio.
¿Dónde empieza realmente el espacio?
La respuesta, según los científicos, depende del punto de vista. En términos funcionales, los viajes espaciales han superado la atmósfera densa que permite la vida.
Pero, desde una mirada técnica basada en la presencia de partículas atmosféricas, incluso las misiones a la Luna permanecieron bajo la “cúpula” de la Tierra.
Este hallazgo no implica riesgos significativos para la exploración espacial futura. La densidad de la geocorona es tan baja que no representa un peligro para los astronautas.
Sin embargo, podría interferir con telescopios espaciales que observan en longitudes de onda ultravioleta desde las cercanías de la Luna.
Implicaciones más allá de la Tierra
La detección de hidrógeno en las capas externas de la atmósfera terrestre tiene implicaciones en la búsqueda de planetas habitables.
Según Bertaux, la presencia de este elemento podría ser un indicador indirecto de agua en otros mundos, abriendo nuevas rutas para la investigación astrobiológica.
A la luz de estos descubrimientos, la afirmación de que los seres humanos nunca han salido completamente de la atmósfera terrestre ya no parece descabellada.
Aunque sea una cuestión de definición, la ciencia nos recuerda que los límites que trazamos en el cielo no siempre coinciden con los de la naturaleza.