Una investigación reciente realizada por la universidad Virginia Tech advierte sobre el devastador impacto que podría tener un gran terremoto en la falla de la zona de subducción de Cascadia, ubicada en la costa oeste de Estados Unidos.
Según los científicos, un sismo de magnitud 8 o superior, prolongado por varios minutos y combinado con el aumento del nivel del mar, podría provocar un hundimiento de hasta dos metros en extensas áreas del litoral del Pacífico, lo que aumentaría significativamente el riesgo de inundaciones en regiones de California, Oregón y Washington.
El estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, estima que el área potencialmente afectada por el hundimiento y las inundaciones abarcaría unos 295 kilómetros cuadrados. Las consecuencias serían duraderas y podrían afectar la habitabilidad de muchas zonas costeras durante décadas o incluso siglos después del evento sísmico.
La zona de subducción de Cascadia es una falla geológica activa de unos 1.200 kilómetros que se extiende desde el norte de California hasta la provincia canadiense de Columbia Británica.
A unos 110 a 160 kilómetros mar adentro, esta falla ha generado al menos 43 grandes terremotos en los últimos 10.000 años. El más reciente ocurrió el 26 de enero de 1700, con una magnitud estimada de 9, y provocó un hundimiento costero de casi un metro.
Estudio
El estudio liderado por Tina Dura, profesora adjunta de geociencias en Virginia Tech, utilizó decenas de miles de modelos sísmicos para analizar el alcance del hundimiento terrestre en diferentes escenarios, tanto actuales como proyectados para el año 2100.
Según Dura, los efectos de un gran terremoto irían más allá del tsunami inmediato: “El tsunami arrasará con todo, pero el cambio duradero en la frecuencia de las inundaciones es un problema que habrá que afrontar a largo plazo”.
Dura advierte que el impacto en tierras agrícolas sería especialmente grave, ya que muchas zonas bajas costeras han sido adaptadas para el pastoreo y la agricultura mediante diques y sistemas de drenaje.
La salinidad provocada por las mareas y las inundaciones frecuentes volvería esos suelos inutilizables, causando pérdidas económicas significativas y potenciales desplazamientos de comunidades enteras.
Otro de los efectos alarmantes destacados en la investigación es la pérdida irreversible de ecosistemas naturales costeros, que actualmente actúan como barreras frente a tormentas y marejadas. Con su erosión, las costas quedarían más expuestas al embate de futuras catástrofes climáticas y sismos.
Además, el estudio subraya que el retroceso tierra adentro para evitar estas amenazas no siempre será posible.
En muchos casos, la topografía del terreno y el desarrollo humano, como la infraestructura urbana y agrícola, limitarán las posibilidades de reubicación de las poblaciones costeras afectadas.
En conclusión, la investigación plantea un escenario preocupante que, de concretarse, requerirá una planificación urgente y a largo plazo para adaptar y proteger las comunidades del noroeste del Pacífico ante una amenaza sísmica que, según los expertos, es tan inevitable como devastadora.