Al menos 1.7 millones de personas en Honduras se verán afectadas por una crisis o emergencia alimentaria entre mayo y julio de este año, según el más reciente análisis de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF).
El estudio detalla que cerca de 1.6 millones de personas estarán en fase 3 (crisis) y unas 92 mil en fase 4 (emergencia). Diez departamentos del país, junto con el Distrito Central, experimentarán inseguridad alimentaria aguda.
Entre las zonas más afectadas se encuentran Islas de la Bahía, Atlántida, Colón, Cortés, Santa Bárbara, Copán, Ocotepeque, Comayagua, El Paraíso y Olancho.
En el corredor seco, la situación es aún más crítica debido a la falta de reservas de alimentos y la finalización de la cosecha de café, lo que incrementa la vulnerabilidad de las familias rurales.
Joselino Pacheco, director de la Unidad Técnica de Seguridad Alimentaria (UTSAN) de la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG), advirtió que la baja actividad agrícola y la falta de empleo en el campo profundizarán la crisis durante junio, julio y agosto.
“En estos meses hay poca empleabilidad en el área rural porque inician los ciclos de siembra y la actividad productiva es menor. Todo eso reduce la generación de ingresos y aumenta el número de personas con inseguridad alimentaria”, explicó Pacheco.
El Gobierno ha brindado apoyo a unas 550 mil familias a través del programa de bonos para la producción, dirigido a pequeños caficultores y ganaderos.
No obstante, Pacheco reconoció que este apoyo es insuficiente, ya que muchas familias afectadas no son productoras y deben enfrentarse al alto costo de la canasta básica.
Expertos recomiendan complementar los programas de producción con estrategias que fomenten la empleabilidad rural y así fortalecer los ingresos familiares.
Aunque las iniciativas oficiales han reducido en un 12% el número de personas en crisis alimentaria en los últimos tres años, la inseguridad alimentaria sigue siendo un reto persistente.
El análisis CIF prevé una leve mejoría entre agosto y noviembre, cuando se espera el reabastecimiento de granos básicos y mejores condiciones climáticas que podrían estabilizar el consumo de alimentos en las zonas rurales.
Sin embargo, los desafíos para garantizar la seguridad alimentaria en el país continúan siendo significativos.