Finley Ranson, un adolescente británico de 14 años, vive con una condición médica tan excepcional que los médicos no han encontrado otro caso igual en el mundo.
Su cuerpo reacciona de manera extrema a cualquier tipo de alimento, generando hemorragias internas al tratar de digerirlos, lo que ha obligado a su familia y equipo médico a mantenerlo con vida exclusivamente mediante nutrición intravenosa.
Finley, originario de Inglaterra, fue diagnosticado desde los primeros años de vida con una extraña intolerancia que rechaza por completo los lípidos —grasas presentes en prácticamente todos los alimentos.
«Tengo una condición rara que me impide acumular grasa en el estómago», explicó el adolescente a la agencia SWNS. “No he podido comer ni beber nada más que agua”, agregó.
Una vida sin alimentos
Cuando tenía apenas 4 años, Finley fue trasladado a un hospital en Londres, donde los médicos tomaron una medida drástica: insertaron una vía central que permite administrar nutrientes y minerales directamente al corazón del menor.
Desde entonces, su tratamiento ha requerido una cuidadosa administración de carbohidratos, proteínas, vitaminas y minerales, a través de diversos tubos conectados a su cuerpo.
Actualmente, recibe infusiones de lípidos directamente al pecho, mientras que otros nutrientes llegan al estómago mediante un sistema separado.
Inicialmente, el procedimiento se realizaba una vez por semana durante seis horas; sin embargo, desde hace cinco años se repite dos veces por semana.
El pediatra Dr. Manas Datta, quien ha tratado a Finley desde su nacimiento, explicó que el problema es tan grave que deben evitar por completo el tracto gastrointestinal, ya que cualquier intento de introducir lípidos al sistema digestivo genera una regresión inmediata en su salud.
Una condición sin nombre
El caso de Finley es tan único que su condición aún no tiene una clasificación médica oficial. Ante esto, el joven decidió bautizarla con humor como “Finley-itis”, haciendo referencia a su naturaleza desconocida.
Su madre, Rhys Ranson, recuerda los duros momentos en que se creía que el niño era alérgico incluso a la leche materna.
Luego de intentos fallidos con leche hipoalergénica y otros tratamientos, la familia tuvo que adaptarse a una rutina estricta para mantenerlo estable.
Ahora, ella misma está siendo entrenada para realizar las infusiones de lípidos en casa, con el fin de mejorar la calidad de vida de su hijo.
Esperanza y resiliencia
Aunque el pronóstico a largo plazo es incierto, la familia mantiene una actitud esperanzadora.
“No sabemos cómo será el futuro. Esperamos que algún día pueda tener una dieta normal… pero si no, mientras Finley esté feliz, sano y prosperando como lo está, estaremos encantados de seguir con nuestra vida actual”, expresó su madre.
La historia de Finley no solo ha captado la atención médica por su rareza, sino que también se ha convertido en un poderoso ejemplo de resiliencia, amor familiar y adaptación ante lo extraordinario.
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