Budapest. Una mente dispersa no siempre es una señal negativa. Según un estudio de la Universidad Eötvös Loránd, la divagación mental podría ser una aliada del aprendizaje pasivo, especialmente en tareas que no requieren atención constante.
La investigación, publicada en la revista científica Neurosci, analizó la actividad cerebral de 40 participantes mientras realizaban tareas sencillas.
A pesar de que muchos se distrajeron durante el proceso, los resultados revelaron que esa desconexión no afectó negativamente su desempeño.
Por el contrario, algunos aprendieron sin siquiera ser conscientes de ello.
Los científicos encontraron que la divagación espontánea (aquella que surge sin intención) resultó más beneficiosa que la deliberada.

Durante esos momentos de distracción, la actividad cerebral se asemejaba a los patrones registrados durante el sueño o estados de reposo profundo, conocidos por estar relacionados con la consolidación de la memoria.
“El cerebro no solo aprende cuando está completamente concentrado. En la vida cotidiana, mucho del aprendizaje ocurre pasivamente, incluso cuando estamos distraídos”, explicó el equipo investigador.
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El estudio sugiere que formas pasivas de aprendizaje, o lo que llaman “descanso despierto”, pueden ser tan importantes para el cerebro como el sueño, al permitirle procesar información y recuperarse de tareas exigentes.
Este hallazgo refuerza la idea de que no toda distracción es perjudicial. En ciertos contextos, perder la concentración podría ser parte de cómo el cerebro asimila y aprende de manera natural.