Al igual que todos los productos del mundo, las drogas obedecen a las mismas leyes del mercado.
La demanda de cualquier producto es la que impulsa su producción, distribución, manejo financiero, etc.
No hay diferencia entre las drogas y el pan o los combustibles, lo único diferente son sus clientes y el factor ilegalidad.
La demanda establece la producción y el precio. Actualmente, el mercado de aparatos de televisión en blanco y negro es prácticamente cero, por lo tanto, nadie los fabrica.
Algunos artículos o productos, como los combustibles, son de necesidad y uso casi universal, de su demanda depende la producción y el precio de mercado.
Desde luego que existen otros factores como las guerras, bloqueos, etc., pero eso es sólo consecuencia de su importancia.
Bien, ahora ¿qué pasa con el mercado de las drogas?
Generalmente nos quejamos de los narcotraficantes, los distribuidores, las pandillas, las guerras territoriales, la inseguridad y todo lo relacionado.
Vamos adelante: la razón de que toda esa cadena de criminales y crímenes exista es por la demanda, si no hubiera demanda no habría nada de eso (recuerde los TV en blanco y negro).
El pan y la gasolina son de consumo casi universal dijimos, ¿cierto?
Y, para que los productores y distribuidores tengan ganancias, la cantidad de consumidores debe ser mayor a la de los productores, de lo contrario estarían jugando de casita.
Lo mismo, lamentablemente, sucede con las drogas.
Los fabricantes, distribuidores, contrabandistas, asesinos, luchadores territoriales, etc., tienen que ser menos en cantidad que los consumidores, tal y cual el pan y la gasolina, ¿estamos?
Eso significa que los consumidores de drogas (todas ellas) son muchos más que quienes se dedican a cualquier etapa de su comercialización, igual que con el pan y la gasolina.
Por lo tanto, culpar a las bandas de narcotraficantes de la inseguridad, los crímenes, la corrupción y todo lo relacionado no obedece a la realidad.
La culpa la tiene el resto de la gente, los consumidores.
¿Y cuántos son esos consumidores?
Las cifras son impresionantes:
De acuerdo con las autoridades mundiales sobre el asunto, el mercado de drogas en dinero es de 320 mil millones de dólares al año.
Los consumidores (al 2023) rondan los 296 millones de personas, lo que equivale a que una de cada 17 personas en el mundo consume algún tipo de droga ilegal, eso nos incluye a nosotros.
Aquí, cerca de su casa, su trabajo, centro de diversión, en la calle, uno de cada 17 de los que usted encuentra, consume algún tipo de droga.
Es de esos consumidores (drogadictos) de los que se alimentan los productores, contrabandistas, pandilleros, etc. Esos son los clientes, son los que pagan por el producto, igual que sucede con el pan y la gasolina.
Se debe a ellos -uno de cada 17 de los que andan por ahí, no sólo en los barrios marginales- todo lo relacionado con el narco y sus crímenes.
Culpar a los que se dedican al negocio de la droga en cualquiera de sus etapas es injusto, ellos (que son criminales) sólo obedecen a la demanda del resto de la gente, los que consumen, que, en mi opinión, de alguna manera son cómplices ya que sin ellos no existiría el mercado de drogas y sus consecuencias.
¿Se podrá determinar quién es ese “uno” entre los 17?
Hay que partir parejo, como decían en el campo.
Uno de cada 17 maestros, médicos, abogados, policías, soldados, sacerdotes, estudiantes, conductores de rastras, pilotos de avión, barberos y albañiles, empleados públicos y hasta los propios encargados de combatir el narcotráfico.
Quiero que sepa que me incluyo entre esos 17 (no soy el 1, jamás he probado ninguna droga, ni siquiera fumo y tampoco tomo ni una gota de licor de ninguna clase desde hace más de medio siglo), pero soy uno de los 17 entre los cuales están incluidos, también, 17 de las personas con las que normalmente interactúo.
Ahora viene lo peor de todo, también usted forma parte de esos 17, aunque estoy seguro que usted tampoco consume nada de drogas.
Muy cerca de usted, entre las 17 personas con las que usted se relaciona, se encuentra un consumidor. ¿Interactúa con 34? Entonces son dos y así sucesivamente.
Ante esa terrible realidad nos damos cuenta de dos cosas: primero, que la actual lucha contra el narco está perdida, al menos en la forma en que se realiza y, segundo, que todos somos culpables.
No sólo los que se dedican profesionalmente al narco, también quienes consumen, aunque sea de manera casual o “socialmente”, todos somos culpables o, al menos, uno entre cada 17.
¿Capisco?