TEGUCIGALPA. El Departamento de Estado de Estados Unidos alertó en su más reciente informe antidrogas que la segunda generación de narcotraficantes hondureños, cuyos líderes fueron extraditados, está intentando reorganizarse en estructuras más pequeñas para mantener el control de territorios clave en el país.
Estas células buscan establecerse como redes de transporte y distribución en zonas tradicionalmente dominadas por los antiguos cárteles.
Según el informe, esta reconfiguración del crimen organizado representa un desafío significativo para el gobierno hondureño, que además enfrenta una creciente presión por la presencia de al menos seis organizaciones criminales transnacionales.
Entre ellas figuran los cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG), el Clan del Golfo de Colombia, el Tren de Aragua de Venezuela, así como las maras MS-13 y la Pandilla 18, estos dos últimos también considerados grupos terroristas por Estados Unidos.
Los departamentos de Colón, Olancho y Gracias a Dios son los más afectados por estas estructuras, según destaca el informe.
Mientras tanto, los cárteles locales como Los Cachiros, Los Valle Valle y el grupo de los “Hermanos AA”, han sido debilitados tras la extradición de sus cabecillas, pero sus redes no han desaparecido por completo y siguen activas a menor escala.
Durante 2024, las incautaciones de droga aumentaron considerablemente con respecto al año anterior.
La armada hondureña, en colaboración con agencias estadounidenses, logró confiscar más de 19 toneladas métricas de cocaína en operaciones marítimas, mientras que la Policía Nacional decomisó otras tres toneladas en acciones terrestres.
No obstante, persisten vacíos logísticos y operativos que complican la lucha antinarcóticos, como la falta de recursos humanos, apoyo aéreo y deficiencias técnicas.
Informe
El informe también advierte sobre un aumento del microtráfico en áreas urbanas, lo que alimenta el crimen callejero y la violencia en barrios y colonias.
Pese a algunos golpes importantes, las organizaciones criminales siguen usando lanchas rápidas y motos acuáticas para movilizar droga a través de las aguas hondureñas, convirtiendo al país en una ruta clave del narcotráfico hacia el norte.
En cuanto al consumo interno, se identifican como principales sustancias la marihuana, el clorhidrato de cocaína y el crack.
Aunque no se han reportado casos confirmados de producción o uso de fentanilo, en 2024 se detectaron las primeras incautaciones de esta droga sintética en la aduana de Puerto Cortés, lo que genera preocupación ante un posible ingreso del fentanilo al mercado hondureño.
A modo de conclusión, el Departamento de Estado exhorta al gobierno hondureño a fortalecer su capacidad institucional y adoptar reformas legales que permitan procesar delitos como el desvío de precursores químicos.
Asimismo, recomienda asignar mandatos claros a las agencias encargadas de la lucha contra el narcotráfico y mejorar la cooperación tanto interna como internacional.
Solo así —advierte el informe— será posible frenar el avance de estas nuevas generaciones del crimen organizado.