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sábado, mayo 3, 2025

Economía 2026: ¿inversión o estancamiento?

Los datos publicados recientemente por el Banco Central de Honduras confirman lo que empresarios y ciudadanos percibíamos desde hace algún tiempo: la inversión extranjera directa ha caído, el crédito se desacelera y las tasas de interés continúan elevadas, afectando tanto a empresas como a hogares.

No se trata solo de un fenómeno estadístico, sino de una realidad palpable en la dinámica de negocios y en la vida de todos. La inversión extranjera es un termómetro de la confianza en el país. La caída de US$82.5 millones en 2024 con respecto a 2023, refleja dudas sobre la estabilidad y nuestro atractivo como destino para los capitales mundiales.

A esto se suma un endurecimiento del crédito: con tasas de interés promedio de 16.79% en febrero de 2025, el costo del financiamiento es una enorme barrera para la expansión de empresas y el consumo de las familias. Sectores estratégicos como la agricultura y el comercio enfrentan costos de crédito que frenan su crecimiento e inhiben a más compatriotas de arriesgarse a invertir.

El reto inmediato es evitar que este clima de desaceleración se convierta en un estancamiento prolongado. La incertidumbre política es un elemento que puede empeorar la situación si no se maneja con responsabilidad. El respeto a la institucionalidad electoral es fundamental para evitar que el proceso profundice la desconfianza y ahuyente aún más la inversión.

A corto plazo eso implica que se concrete la declaratoria correspondiente a las elecciones primarias (8 de abril). Será vital que todos participemos activamente para que las elecciones generales de noviembre se lleven a cabo con orden, civismo y pacíficamente, con un resultado que refleje la voluntad ciudadana, sea cual sea.

Después, una transición ordenada y responsable será necesaria para que la nueva administración enfrente los enormes retos que este gobierno no abordó con la urgencia y determinación que las circunstancias exigían. Pero más allá del ámbito político, el país necesita medidas concretas para reactivar la economía. Inicialmente, se requiere una estrategia clara y metódica para atraer capital extranjero y facilitar la inversión local.

La estabilidad jurídica y la reducción de trabas burocráticas deben ser prioridad. Sobre ese tema hemos escrito en infinidad de ocasiones y, aunque hubo algunos avances, estos son insuficientes pues se requiere de una campaña intensa para eliminar una interminable cantidad de trámites absurdos e innecesarios, así como requisitos que solo sirven para enredarla la vida a los usuarios y fomentar la discrecionalidad administrativa, lo que genera sobrecostos y focos de corrupción.

Se deben revisar las políticas crediticias, incluyendo acciones puntuales de las autoridades monetarias, para reducir las tasas de interés que actualmente son absurdamente elevadas y un obstáculo para el acceso al financiamiento. El Banco Central ha priorizado la estabilidad de precios sobre el crecimiento económico, manteniendo una política monetaria restrictiva.

Sin embargo, el costo de esta estrategia ha sido una contracción del crédito que golpea a las empresas y frena el consumo. Urge evaluar mecanismos que reduzcan los costos financieros, especialmente para sectores primarios de la economía (construcción, agricultura y manufactura), sin comprometer la estabilidad macroeconómica. Se debe fortalecer la infraestructura y el entorno empresarial, robusteciendo la seguridad jurídica y la consistencia regulatoria.

Uno de los mayores enemigos de la inversión es la incertidumbre y esta abundó en los últimos años, sobre todo con la eliminación de leyes que permitían trabajo a tiempo parcial y la constante amenaza de una ley tributaria que solo se usó como herramienta de negociación política, pero cuyos efectos ha sido absolutamente nocivos para el clima de negocios.

Aún podemos aprovechar el nearshoring y el friendshoring, e insertarnos como actores relevantes en las cadenas de suministro globales, pero debemos demostrar que somos un destino competitivo y confiable. La fórmula es sencilla, pero requiere pragmatismo y visión a largo plazo. Estados Unidos está buscando aliados comerciales confiables en la región, y Honduras debe demostrar que puede ser uno de ellos.

Con gusto la explicamos a un gobierno dispuesto a escuchar y tomar las acciones pertinentes. El 2025 será decisivo para nuestro país, de eso no tenemos ninguna duda. Si logramos encauzar el proceso electoral con estabilidad, el próximo gobierno podría implementar políticas que rápidamente reactiven la economía.

Pero si persisten la incertidumbre y la falta de reformas, el costo será mayor: menos inversión, menor crecimiento y un impacto directo en el bienestar de los hondureños. No actuar con urgencia podría condenarnos a una década perdida en términos de inversión, empleo y crecimiento.

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