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martes, mayo 6, 2025

Camada de víboras

Quiérase o no, si no se habla de esta buena notica, de otro modo, hasta las piedras hablarán. Cuando nos referimos a un epíteto para adjetivar a alguien o a un grupo específico, lo primero que se nos viene a la mente es que el asunto no es con uno mismo. Nada más alejado de la verdad. Ya estamos por comenzar el segundo domingo de Adviento y (son 4 domingos previos a la Navidad) la esperanza en “lo que ha de venir” es lo que le da el sentido a este tiempo de reflexión, para enderezar los caminos, para recuperar lo perdido y hacer el mejor negocio de la vida que es dar paso a las verdades eternas que se proponen en esta temporada.

Es fácil señalar, juzga y hasta sentenciar, además, de ser posible, ser hasta el verdugo de esas sentencias. Es por ello que tiene que haber un arrepentimiento para saber de las limitaciones propias, pero claro, estas cosas solo las pueden ver los pequeños y humildes. Los “grandes” es imposible que las vean pues están más preocupados por su propia piel que de su alma. Existe un anuncio para este tiempo tan especial, de que alguien viene, y es “alguien” –Jesús de Nazareth-  es la respuesta todos los problemas y quejas que padecemos como seres humanos, como hondureños, es el remedio más eficaz contra la delincuencia y la corrupción, ya que, si no se atiende ese llamado, si no se recibe a quien Dios habrá de enviar, simplemente se pierde todo, absolutamente todo, aunque se crea tener el poder por el medio de las cosas materiales.

Por eso, cada vez que se humilla a un pobre, cada vez que campea la soberbia, cada vez que se lanza una ofensa y los prejuicios abundan, abusando de quienes no tienen cómo responder ante las injusticias, ese lamento llega hasta el rostro de Dios y es un verdadero golpe a Él, y eso jamás quedará impune. Es por ello que el anuncio del profeta, Juan el Bautista, cuando grita en el desierto “¡camada de víboras!”, aludiendo a quienes siguen ensombreciendo a la Creación, destruyendo cuerpos sociales, anulando comunidades, funcionarios corruptos, pobladores abusivos que invaden tierras, asesinos de mujeres, incluso cada quien con sus propios defectos.

Lo peor de todo es la omisión, cuando se puede hacer el bien y no se hace. Esa es la intención de esta temporada, que aprendamos los hondureños a no ser tan violentos, a ser mejores, a darle oportunidades a la juventud para que después no sea la Policía la que ande detrás de ella. Es allí donde se debe reflexionar de qué lado se está, si acaso de un simple ser vivo o una víbora. Hemos, pues de aprovechar esta temporada para que Honduras salga adelante, no solo es responsabilidad de los gobernantes, también de los gobernados antes que nadie.

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