Reconocer entre un buen líder y uno malo es fundamental para el éxito de cualquier organización, empresa o país, inclusive. Un líder puede influir en el desempeño de un equipo, en la motivación de sus miembros, en la toma de decisiones y en la cultura en general. Por lo tanto, es importante entender las características que los definen y cómo pueden afectar el desempeño de un todo.
Un buen líder es aquel que tiene una visión clara y concreta del futuro, y tiene la habilidad de comunicarla de manera efectiva a su equipo. Además, es alguien que sabe escuchar y toma en cuenta sus opiniones y sugerencias. Esto no solo fomenta una cultura de trabajo, sino que también puede llevar a ideas innovadoras y creativas. También delega responsabilidades de manera adecuada y asigna tareas, de acuerdo con las habilidades de sus miembros. Esto puede llevar a una mayor eficiencia y productividad.
Por otro lado, un malo es alguien que no tiene una visión clara y concreta del futuro, o que no tiene la habilidad de comunicarla de manera efectiva. Esto puede llevar a la falta de dirección y motivación. Además, es alguien que no escucha y toma decisiones de manera autoritaria y unilateral. Esto puede llevar a un ambiente tóxico y puede afectar negativamente la moral. También puede ser alguien que delega responsabilidades de manera inadecuada o que no asigna tareas de acuerdo con las habilidades de sus miembros.
Otra característica importante de un buen líder es la capacidad de inspirar y motivar a su equipo. Es alguien que es un modelo a seguir para su equipo y que fomenta un ambiente de trabajo positivo y colaborativo. Además, reconoce y celebra los logros y que proporciona retroalimentación constructiva y positiva. Esto no solo motiva, sino que también fomenta una cultura de aprendizaje y mejora continua.
Es como retratar a un líder político que ejerce el poder de manera autoritaria, violenta y represiva, utilizando tácticas de intimidación y miedo para mantener su control sobre la población. Estos líderes tienen una visión egoísta y manipuladora del poder, y suelen tener como objetivo principal mantener su propio estatus y enriquecimiento, en lugar de trabajar por el bienestar del pueblo.
Los líderes políticos siniestros suelen tener un discurso populista y demagógico, que utiliza la retórica emocional para ganar seguidores y mantener su base de poder. Al mismo tiempo, suelen limitar las libertades civiles y la libertad de prensa, reprimiendo la oposición política y restringiendo el acceso a información crítica.
Entre sus objetivos se encuentran el control absoluto del Estado, la eliminación de cualquier forma de oposición y la imposición de una ideología única y totalitaria. Suelen buscar la consolidación del poder a través de la corrupción, la cooptación de instituciones clave y la eliminación de cualquier forma de disidencia. Es como la frase de la lectura divina que reza que el pastor conoce a sus ovejas y éstas lo reconocen a él, no se van con extraños porque saben que irán a un matadero. Si lo aplicamos a la realidad, los actuales no se muestran interesados, no hay voluntad, por ejemplo, en el reiterado reclamo de encender de nuevo la operatividad de las cámaras y Sistema Nacional de Emergencias 911. ¿Se da usted cuenta?