20 C
Honduras
miércoles, abril 24, 2024

SIN VENDAS: La sed que tengo

Jesús Pavón

Imagínese, me dijo sentado en su mesa de emperador, anciano de cuerpo, pero ágil de mente como chucho de calle, levantó su taza como lo ha hecho toda su vida, el aromático acariciando su paladar, su terciopelado sabor abrazando sus sentidos como una amante solícita, como un encuentro íntimo y sensual que a diario ocurre. Fíjese, me dijo entre trago y trago, este café, tan nuestro, tan de mi tierra, es la pura tradición, no es solo café, es la cultura, es la forma nuestra de ser, es sentarse en una mesa y disfrutar del fruto de los cerros, en cada grano plasmado, es el calor del trópico, el frío de los cerros, la india sensual o el garífuna viril, eso es el café y el acto de beberlo. Esta sed que tengo, las mañanas, las tardes o las noches incluso.

Esta sed que tengo, dijo riéndose de pronto, es como celebro ser de aquí, es como perpetuo haber nacido en las cinco estrellas. Vemos a diario, me dijo serio de pronto, con sus ojos color de los ríos revueltos, ojos de hombre honrado, del que sabe lo que cada gota de sudor cuesta, esta madre bendita que tenemos, la que nos vio nacer, la que nos cobija a diario, se desangra, cada hijo suyo que amanece matado, cada hijo que prefiere irse a la carrera correteado por el hambre o el miedo, cada uno de ellos le duele en el alma, cada uno es una lágrima que derrama. Yo ya estoy viejo, me dijo, como disculpándose, tal vez nosotros debimos haber actuado antes, al ver el mal que empezaba a prosperar, como un zacate que crece, debimos haberlo cortado, pero preferimos ver para otro lado…

Ahora ustedes pagan lo que no hicimos, ahora vemos lo que sufrimos y sentimos lo que vemos a diario, la necesidad de mejora nos tortura el seso o tal vez solo sea culpa pero la necesidad de mejorar nos muerde todos los días, como la sed que tengo, me dijo. Me tomo mi taza por las mañanas, la disfruto, no se equivoque, pero la sed que tengo se sacia a medias, el gusto amargo me recuerda el café perfecto, su olor a casa y su calor a familia, pero la sed que tengo, la otra, me dijo con su sonrisa triste, la del cambio, la de justicia, la de un país en orden, justo y sin la sangre que corra, es la que aún no se me quita.

- Publicidad -spot_img

Más en Opinión: