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viernes, abril 19, 2024

Peligrosas avanzadas

Sin duda que la decadencia moral es el signo de la autodestrucción social y el fin de los reinos o imperios. Eso lo vemos reseñado con el Imperio de Roma y demás que, creyéndose estar en la cresta de la ola, simplemente se entregaron a los placeres más frívolos, transformando a sus sociedades en remedos exactos de lo que se vivía en tiempos del Primer Testamento en la Biblia, es decir, tal como Sodoma y Gomorra. Eso ya está siendo aplicado en Honduras, específicamente podemos leer en la malla curricular oficial de los últimos tres grados de primaria, entre líneas, que los maestros deberán evaluar a sus alumnos en función de “mostrar actitudes de respeto frente al otro de acuerdo con criterios culturales y de género”. Allí hay una grave omisión ya que se debió agregar a esos criterios el aspecto natural, ortodoxo, lo que la ciencia dicta y eso lo que hace es demeritar lo científico académico sustituyéndolo por autopercepción sexual de índole cultural.

La omisión es muy grave ya que el Estado se convierte en manipulador de las mentes de nuestros hijos, metiéndoles en la psique poco a poco que está bien atentar contra las leyes de la naturaleza e incluso contra les leyes de Dios. Cada padre de familia debe darse por enterado de esas situaciones ya que no solo es exigir el pago a los maestros para que den 200 días de educación al año, sino ver más a fondo la calidad y características de las barbaridades que se les enseña a las nuevas generaciones de hondureños, formando mujeres de mente retorcida y hombres débiles, pusilánimes y manejables. ¡Esa es la agenda!

En lo anterior se debe tener mucho cuidado y se debe respetar la elección de cada quien, en su manera de vivir, ya que ese no es el punto y no nos atrevemos a hacer semejante tropelía, sin embargo, lo que sí estamos estableciendo es la realidad ante las nuevas generaciones, a ellas nos referimos en el presente. Es a la niñez y juventud hondureña a la que debemos proteger y esa es la intención. El debate está ahí y no nos engañemos que esas falsas doctrinas no son autóctonas ni son originarias de la mente de los hondureños bien nacidos, sino que son avanzadas de organismos que están más allá de nuestras fronteras y nos dan la pauta hasta de cómo debemos pensar, sustituyendo el amor por nuestra patria con una especie de hedonismo autodestructivo que va progresando milímetro a milímetro y por eso se les llama “progresistas”, pero no porque promuevan el desarrollo y progreso de los pueblos, más bien es porque simplemente van avanzando, como placa tectónica que, tarde o temprano, provocará un sismo social gigantesco y lo que causa es la autodestrucción social.

Estemos alertas ante esos embates subterráneos de carácter satánico, cuidemos a nuestros hijos, protejámoslos de esa suerte de influencia maligna. La patria será agradecida en el futuro con hijos fuertes, con criterio, con mujeres bien cimentadas y valiosas y no con gente fácil de moldear.

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